Carolina Taffoni
En 1995, El Otro Yo era un grupo de rock de Temperley que grababa su segundo CD en un Dodge Polara destrozado. Hoy la banda liderada por los hermanos Aldana es un emblema de la independencia discográfica, tiene su propio estudio y sello de grabación y ya editó seis compactos. El año pasado fueron elegidos por los medios especializados como "la banda revelación" y llegaron a tocar en el estadio de Obras. Ahora el grupo formado por Cristian Aldana (guitarra y voz), María Fernanda Aldana (bajo y voz), Ray Fajardo (batería) y Ezequiel Araujo (teclados) está embarcado en otro proyecto ambicioso: una gira de casi dos meses por 38 ciudades del interior del país. Así El Otro Yo llegará mañana a Rosario para presentarse en García Pub, Ovidio Lagos 30, a partir de las 21, con Cabezones y los Argies como soportes. Por teléfono desde Formosa, una de las paradas de la gira, María Fernanda Aldana habló con Escenario sobre las razones de la postura independiente del grupo, el lento ascenso y los planes para un tour por el exterior. -¿Qué los motivó a hacer una gira tan larga por el interior? -Nosotros habíamos tenido idas y venidas por algunas provincias, pero nunca encabezamos ninguna gira. Solamente habíamos hecho recitales en el interior con Attaque 77. Ahora esta es muy importante para nosotros porque estamos por salir de gira por el exterior, por Estados Unidos y México. Entonces primero queríamos afianzarnos bien acá, con un tour largo. -¿Tienen alguna expectativa con Rosario? -No sé. Nosotros tocamos una sola vez en Rosario, hace años. Pero no pudimos terminar el show porque vino la policía y se cortó todo. Ojalá que ahora las cosas salgan bien. -¿Creés que los grupos de Buenos Aires son indiferentes hacia el interior? -Puede ser. Pero más que los grupos creo que el problema está en los gobiernos. A mí no me interesa hablar de política, pero a nivel musical la realidad es que en Buenos Aires la municipalidad organiza recitales de rock mientras que en Salta te levantan un show porque cae la policía con alguna ordenanza. Eso te demuestra que hay gente muy cerrada que es incapaz de mirar lo que está pasando afuera. -El año pasado El Otro Yo fue elegido por todos los medios como el grupo revelación, a pesar de que ya tiene una década de trayectoria. ¿Eso es una victoria o una señal de que el rock está en crisis? -Nosotros como músicos no tenemos esa visión periodística. Lo que vemos desde adentro es que desde hace años venimos haciendo un laburito de hormiga y no paramos de tocar, en cualquier lugar y en cualquier condición. Recién ahora estamos teniendo un poquito de reconocimiento. Para nosotros el éxito es cuando te sentís bien después de un show, cuando viene alguien que está solo o está triste y te dice que tu música lo levantó. -¿Cuánto les cuesta ser independientes? -Mucho trabajo. Nosotros terminamos de tocar y seguimos laburando. Esta gira es autogestionada y también los discos. Pero por ahora estamos bien así. Es cierto que recibimos propuestas de algunas discográficas, pero no nos va el manejo de los tiempos que tienen ellos, que se guían solamente por la cuestión comercial. Siempre llega un punto donde es imposible ponerse de acuerdo. -¿Alguna vez te sentiste descolocada como una chica que está haciendo rock en un escenario? -No. Yo nunca tuve ningún problema, y eso que siempre estuve rodeada de varones, a full. No hay diferencias entre una chica y un chico, siempre que la música esté hecha con ganas. Eso la gente lo percibe. Lo que pasa es que a veces se lo toma para hacer facha, para figurar. En la música hay muchos que se confunden, arman una banda por el glamour de la cosa. Y con ese enfoque tanto chicas como varones terminan siendo un adorno. A mí me gusta sentirme un músico cuando toco, y no la chica que toca... -Cuando ustedes cantan "la cumbia es una mierda". ¿Es un grito de guerra o una forma de diferenciarse? -Las dos cosas. Yo no hubiese querido que esa frase se transformara en algo tan importante, porque hay gente que se sintió discriminada. Pero más allá de eso estoy totalmente de acuerdo con lo que dice. Nosotros lo habíamos dejado de gritar, y ahora la gente lo grita sola en los recitales. Acá en el interior también. Lo que pasa es que están hartos. En Buenos Aires estamos invadidos por la cumbia y acá es mucho peor. Hasta la más alta sociedad baila cumbia. Es un problema cultural, eso de decir que está todo bien cuando todo está mal. En la cumbia no hay rebeldía, no hay intención de cambiar las cosas, y eso a nosotros nos da bronca. -¿Ser independiente es un concepto artístico en sí mismo? -No, es una situación y una forma de hacer las cosas. Igual nos gusta esa actitud de estar al margen de todo. Hay mucho comercio dando vueltas en la música. Por suerte nosotros estamos fuera del círculo, y probamos que ese sacrificio de mandarse sin nada puede dar sus frutos. Por eso alentamos a todos los chicos a que lo hagan por sí mismos. -¿Se sobrevive de esa manera? -Sí, nosotros ganamos como para vivir humildemente, como el que trabaja todos los días en la oficina y cobra su sueldito. Yo no aspiro a más. Algún día me gustaría tener mi casa propia y con eso bastaría.
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