"El hecho de cambiar el nombre de las calles del barrio Toba y ponerlos en lengua aborigen marca la historia indígena, en la que todavía hay muchas cosas que explicar y también que rescatar". De esta manera, el maestro artesano de la escuela Nº1.333 Nueva Esperanza, Eusebio García, se expresó ayer a la hora de presentar en la comisión de Gobierno del Concejo Municipal los nombres que los chicos de la comunidad toba eligieron para las calles de su barrio. Fueron unos 40 alumnos de 8º y 9º años los que ocuparon los sillones de los concejales para explicar uno a uno cuáles eran los nombres que ellos habían elegido, y que luego toda la comunidad aborigen había aprobado. "Esta iniciativa hizo que los chicos recuperaran su identidad, porque la mayoría son hijos de inmigrantes o son ellos mismos inmigrantes", afirmó la profesora de historia Bibiana Pivetta, que fue uno de los docentes que coordinó el trabajo.
No es la primera vez que en la ciudad de Rosario se plantea la posibilidad de cambiar el nombre de una calle, pero esta vez el cambio significa mucho más que una formalidad. "Era una verdadera necesidad", dijo el maestro artesano de la escuela.
"Este es un paso hacia la integración de la comunidad aborigen en Rosario", aseguró García, quien no olvidó los reclamos: "Nos veíamos en un barrio oculto de la sociedad en que vivimos, por eso queremos que con este cambio el barrio salga hacia la luz para que todos vean que nosotros existimos".
Fueron los mismos alumnos de 8º y 9º años de la Escuela Nº1.333 los que hurgaron en la historia de sus antepasados para buscar los nombres que sean realmente significativos para la comunidad. Y como parte de la búsqueda, los chicos no sólo investigaron la flora y la fauna de la región chaqueña -de donde proviene la mayoría de las familias aborígenes-, sino que también mantuvieron entrevistas con el Consejo de Idóneos de la comunidad y con familias del barrio que les contaron su historia.
Eusebio García aseguró que "hay cosas de la tradición aborigen que los chicos no conocieron", y fueron algunas de esas cosas las que los alumnos quisieron rescatar.
Así, como resultado de la búsqueda, no sólo se propusieron los nombres de los principales grupos aborígenes como denominación de las calles, sino también los nombres de árboles y animales.
"Estos jóvenes tuvieron que meterse en la historia de la comunidad y muchas veces se sorprendieron de lo que escucharon", contó el maestro, a la vez que reflexionó: "Aunque ya soy adulto, todavía me duelen las historias de mi padre. Pero tengo que suspirar y pensar que hay que rescatar lo mejor de esas historias para brindárselas a estos chicos".
Recuperar la identidad
La mayoría de los alumnos que participaron en esta iniciativa son hijos de inmigrantes o inmigrantes, por eso Pivetta explicó que "este proyecto hizo que ahora puedan sentirse identificados con su barrio y con sus calles. Recuperaron su identidad".
Pero antes de llegar al recinto del Concejo Municipal, las nuevas denominaciones que los chicos eligieron fueron aprobadas por los adultos de la comunidad aborigen. "Primero había que consensuar dentro de la comunidad", recordó la docente, quien también explicó que "hubo idas y venidas porque dentro del barrio no solamente hay tobas, sino que conviven mocovíes, pilagás y wichis".
Este proyecto no sólo significó para la gente de la zona una integración dentro de la ciudad, sino que además generó lazos con los adultos y los ancianos de la comunidad.
"Al momento de contar la historia se dio un contacto muy fuerte entre padres e hijos", recordó Pivetta, quien como historiadora manifestó: "Durante el trabajo de investigación que realizaron los alumnos, entrevistando a ancianos y familias, quedó claramente reflejada la importancia de la reconstrucción de la historia oral. Y además, como resultado, se produjo una gran revalorización del adulto y del anciano, que vivió dicha historia".
La iniciativa de este significativo cambio de nombre de las calles surgió en 1999 con la creación del programa "Participación ciudadana en nuestro barrio", que aprobó el Concejo Municipal con el objetivo de "transmitir y mantener viva la cosmovisión de la comunidad en las generaciones más jóvenes". Este programa apunta a la vez a "promover la diversidad de las relaciones sociales, que no significa el avasallamiento de una cultura sobre la otra, sino el enriquecimiento mutuo".
Luego de dos años de trabajo en la escuela, y con esta iniciativa a punto de concretarse, la concejala Susana Bartolomé habló de la defensa de la cultura aborigen, y les manifestó a los pequeños que "para mediados de abril" el proyecto será una realidad para el barrio toba.