Islamabad. - El régimen radical islámico de los talibanes que gobierna Afganistán, cree que la destrucción de las estatuas de Buda trajo al país la lluvia largamente anhelada. "Hemos despedazado los ídolos y Alá nos trajo lluvia", explicó el líder supremo de los talibanes, mullah Mohammad Omar, según el periódico paquistaní Ausaf.
La semana pasada llovió en Afganistán, nación que sufre una de las peores sequías de los últimos 30 años.
A fines de febrero, el jefe talibán decretó la destrucción masiva de estatuas, que incluía dos históricas estatuas de Buda en Bamiyán, talladas en la roca en los siglos IV y VI, luego de que el clero afgano y la Suprema Corte las declararan no islámicas por ser utilizadas para realizar peregrinaciones paganas.
La destrucción de las estatuas por parte de los talibanes causó estupor internacional. Uno de los duros reproches que se les hicieron era que los extremistas talibanes deberían ocuparse más de la muy necesitada población afgana, en vez de destruir el patrimonio cultural de la humanidad.
Por su parte, Omar invirtió este reproche y reiteró sus críticas por que Occidente se preocupe más por estatuas de piedra que por el sufrimiento de las personas en Afganistán.
También otros países islámicos y estudiosos del Corán censuraron la destrucción de las estatuas. Uno de los argumentos esgrimidos desde la parte islámica fue que preservar bienes culturales no significa adorar a ídolos.
Año nuevo persa, prohibido
El ministro de la Protección de la Virtud y Supresión del Vicio del régimen talibán, el mismo que estuvo al frente del operativo contra las estatuas budistas, Mohammad Salim Haqqani, prohibió los festejos del Noruz (Año Nuevo iraní), una antigua tradición persa que recuerdan los afganos, al señalar que esta "celebración es un vicio y la población debe ce§sar de celebrarla y deberá odiarla".