En el Día Internacional del Agua se intenta reflexionar sobre la importancia del agua como fuente vital y sobre la necesidad de preservarla de las posibles contaminaciones.
El agua es un recurso natural de primera necesidad tanto para la naturaleza como para las sociedades humanas. A partir de las grandes y pequeñas masas de agua del planeta se pueden obtener distintos tipo de energía (por ejemplo, eléctrica, mareomotriz), como también desarrollar navegación, el transporte, la recreación y hasta la depuración de sustancias.
Al hombre le significa bebida y le hace posible la cocción de alimentos, riego, higiene y limpieza doméstica, urbana e industrial. Desde siempre la disponibilidad del agua fue el determinante de la localización de los pueblos y ciudades. De hecho, los dos conglomerados mayores de nuestro país y más industrializados, el Gran Buenos Aires y el Gran Rosario, están situados a la orilla de ríos importantes.
El hombre puede proveerse de este vital elemento a partir de tres fuentes u orígenes:
u Meteóricas: lluvias.
u Profundas: pozos a distintos niveles.
u Superficiales: ríos, lagos, etcétera.
Pero lamentablemente en las tres fuentes el grado de contaminación es preocupante. Históricamente se consideró al agua de lluvia como la más "pura", o la menos contaminada. Esto es así desde el punto de vista microbiológico, pero no lo es desde el químico, ya que la contaminación atmosférica trae como consecuencia la conocida "lluvia ácida". Se denomina así a las precipitaciones cuya acidez, medida por pH, es menor de 5.6 y se producen gracias a los gases de compuestos sulfurosos, óxidos del nitrógeno y otros compuestos, que al combinarse con el vapor de agua atmosférico producen ácido sulfúrico (una de las sustancias más cáusticas y corrosivas que existen) y ácido nítrico.
Lluvias ácidas
Empresas siderúrgicas y petroquímicas son las responsables de este fenómeno, pudiéndose presentar el mismo en lugares alejados del asentamiento de las mismas debido a la rotación de los vientos. Las lluvias ácidas actúan negativamente sobre las aguas continentales, la vegetación y los suelos, entorpeciendo los procesos biológicos y bioquímicos que allí tienen lugar. Afectan además, la salud, obras de arte, materiales en construcción, etcétera.
En Europa, Escocia registró precipitaciones ácidas de pH 2.4 mientras que en los Estados Unidos se obtuvieron valores entre 2.1 y 3.
En lo que respecta al agua profunda, de la cual se surten muchos habitantes de importantes ciudades de la provincia de Santa Fe y del resto del país, tiene el mismo origen que el resto del agua dulce: la lluvia.
El agua de lluvia atraviesa los estratos o capas del suelo en mayor o menor medida, dependiendo del grado de permeabilidad. Estas capas van actuando como filtros naturales al retener las impurezas orgánicas y buena parte de la sustancias minerales contaminantes que pudiera contener. Debido a esto, se debe superar la profundidad de 20 metros hasta llegar al acuífero Puelche, para obtener de allí agua de mejor calidad y en mayor cantidad.
Pero en la realidad, frecuentemente, no es así, ya que realizar perforaciones profundas es más costoso, razón por la cual muchos habitantes toman agua de las capas más superficiales, como la capa freática, que a veces se encuentra sólo a medio metro de la superficie. Esto hace que el riesgo de contaminación sea alto por toda la materia orgánica que recibe del humus y, peor aún, es muy probable la intercomunicación con pozos ciegos.
Contaminación industrial
Además de esta contaminación doméstica existe la contaminación industrial, ya que muchas industrias dejan sus residuos en la superficie del suelo para ser arrastrados por la lluvia o, en otros casos, introducen residuos líquidos en capas profundas que no están en explotación actual. El riesgo aquí es la rotura de las cañerías e infiltración hacia las capas en uso. Un ejemplo concreto es la posible contaminación con cromo de aguas subterráneas por las industrias curtidoras.
Otro punto importante dentro de la contaminación de aguas profundas es la acumulación de arsénico, observada en distintas provincias de nuestro país, debido al depósito de cenizas volcánicas que han quedado atrapadas en zonas deprimidas de la planicie, otorgándole consistencia de roca de las cuales se desprende el arsénico por la acción del agua y afectando a los habitantes de dichas zonas.
Dentro de las aguas superficiales, el agua de río es la principal fuente de agua para el consumo, ya que posterior a un tratamiento la misma pasa ser potable.
Además es la vía de eliminación de residuos, por dilución, depuración y alejamiento aguas abajo de las sustancias vertidas, práctica válida mientras el volumen que se arroje no sea excesivo para el caudal del río y mientras no se lo contamine con tóxicos o sustancias no biodegradables.
Cambios físicos
Lamentablemente, nos hemos fiado demasiado del gran caudal de nuestros ríos (Paraná y Uruguay, por ejemplo), vertiendo en ellos contaminantes orgánicos y cloacales que han determinado en ciertos tramos la prohibición del uso de sus playas y que dificultan su potabilización.
Esto crea una situación cada vez más grave y preocupante. Además son sumamente alarmantes los vertidos de origen industrial. La naturaleza de estos vertidos o efluentes es heterogénea, como ejemplo:
* de carácter mineral: proveniente de las industrias metalúrgicas.
* de carácter orgánico: de los mataderos.
* de carácter mixto: de las curtiembres.
Todos estos vertidos producen a menudo cambios físicos en las aguas, modificando el color, olor, gusto, salinidad, dureza y temperatura. Además alteran todas las formas de vida que allí existen y producen fenómenos de bioacumulación, es decir aumenta la concentración de la sustancia tóxica a lo largo de la cadena trófica de tal manera que en los últimos eslabones se puede alcanzar dosis nocivas, provocando trastornos neurológicos, pulmonares y hasta letales. Esto sucede, por ejemplo, con los vertidos que contienen mercurio.
Otros tóxicos, como el cromo y el arsénico, tienen efectos cancerígenos. Otros aumentan su toxicidad en el organismo, como es el caso de los nitratos, que al llegar al estómago sufren una transformación, originando nitritos. Estos actúan sobre la hemoglobina de la sangre haciéndola no funcional, es decir, no puede dejar el oxígeno en las células, provocando una asfixia celular y afectando en mayor grado a los niños. Además los nitratos pueden unirse a aminas del organismo para dar nitrosaminas, conocidas sustancias cancerígenas.
Sustancias químicas
Se debe tener en cuenta que los contaminantes también reaccionan entre sí, actuando en forma sinérgica y originando una variedad de sustancias químicas no muy conocidas y de resultados temibles.
Algunos microorganismos presentes en el agua causan beneficios, al degradar la materia orgánica, y otros perjuicios, por ser ellos patógenos, con el agravante de que a altas temperaturas ambientales (como las registradas en los últimos meses) se facilita la multiplicación de los mismos. Dicha situación aumenta el riesgo de contraer enfermedades de diversos tipos. Con todo, no nos debe sorprender el resultado de un estudio sobre el impacto de los problemas ambientales sobre la salud en las ciudades latinoamericanas: el 90% de las enfermedades se vincula con problemas de saneamiento ambiental.
La OMS y la Unicef analizan y clasifican las enfermedades relacionadas con el agua de la siguiente manera. La falta de servicios fomenta las enfermedades contenidas en el agua: fiebre tifoidea, cólera, hepatitis. La carencia de agua potable, la higiene personal deficiente y la falta de una adecuada eliminación de residuos contribuye a la aparición de enfermedades que se transmiten por el agua: sarna, lepra, tifus, conjuntivitis, tracoma.
La presencia de animales acuáticos y parásitos del aparato digestivo puede generar infecciones urinarias e intestinales: esquistosomiasis. Mientras que varias enfermedades son trasmitidas por moscas, mosquitos y otros insectos que se producen en el agua o pican en sus inmediaciones (dengue).
Concientización
Lo que está sucediendo con nuestros suministros de agua ya ha pasado en países del Primer Mundo o industrializados y sólo pudieron revertir esta situación cuando la concientización fue lo suficientemente masiva como para exigir a los gobiernos el cumplimiento de la legislación al respecto, y el compromiso de todo ciudadano de cuidar el medio ambiente.
Estas normas y leyes existen en nuestro país, las hay nacionales, provinciales y municipales. Sólo tenemos que, desde una actitud ciudadana, no contaminar y exigir que no se contamine, que se controlen los residuos domésticos e industriales, que se monitoreen las sustancias tóxicas y la calidad de las aguas.
Esto de ninguna manera significa estar en contra de la existencia de industrias, de su desarrollo y sus consecuentes fuentes de trabajo; al contrario, es estar a favor de ellas pero sin contaminación. Es estar a favor de la vida y para que el agua siga siendo su sinónimo.
(*) Del departamento de Control de Aguas del Instituto de Bioquímica Clínica.