Año CXXXIV
 Nº 49.063
Rosario,
miércoles  21 de
marzo de 2001
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Curarse en el agua

Lucas Vitantonio

La natación terapéutica es una técnica de rehabilitación acuática que puede ser utilizada en patologías reumáticas, posquirúrgicas y neurológicas. Combina los estilos de la natación como deporte con la gimnasia correctiva propia de la kinesiología. "Debido a que el agua es un medio hipogravitatorio, donde prácticamente no se registra gravedad, las personas pueden mover con libertad sus articulaciones y realizar ejercicios que en la tierra les resultan sumamente complicados. Como si estuvieran en la Luna, los ancianos se animan a correr y saltar en la pileta, logrando además elevar su autoestima", explica Mónica Villagrán Bertello, especialista en natación terapéutica, profesora de educación física y estudiante de kinesiología.
El objetivo de la natación terapéutica es mejorar la calidad de vida de las personas, más allá de la rehabilitación específica que deba realizarse. "En la pileta el paciente se siente cada vez más suelto e independiente. Comprueba que puede realizar ejercicios que fuera del agua le cuestan mucho sacrificio. Así las mejorías en la rehabilitación física no tardan en llegar y además son acompañadas por beneficios a nivel psicológico", señala la especialista.
Mediante la combinación de estilos de natación y la realización de ejercicios correctivos propios de la kinesiología se logran rehabilitar patologías reumatológicas, posquirúrgicas y neurológicas.
En el campo de la reumatología es posible tratar artrosis, osteoporosis y artritis. En estos casos los pacientes son en su mayoría personas de más de 50 años. Además la natación terapéutica rehabilita dolencias posquirúrigas, como lesiones de rodilla, ligamentos, cadera, hombro y codo. En cuanto a los problemas neurológicos, se brinda cobertura a las hemiplejias.
En los casos de artritis y artrosis los tratamientos son grupales porque es posible la práctica de ejercicios en conjunto. En las otras patologías son convenientes las rutinas individuales y asistidas, ya que en la piscina es muy fácil hacer ejercicios incorrectos, aunque no generen inconvenientes.

Gravedad cero
En el agua prácticamente no existe la gravedad, por lo que se registra una total libertad de movimientos. "En una inmersión hasta el abdomen la persona pesa aproximadamente sólo un 30% de su peso real y una total aun menos. Esto provoca, por ejemplo, que en los casos de lesiones de rodilla la rehabilitación posquirúrgica acuática requiera de menos tiempo que los tratamientos convencionales. Producto de la disminución de las cargas corporales, el paciente en la pileta puede realizar una marcha normal en pocas clases, ejercicio que en tierra requiere de un período de tiempo más prolongado", indica la profesora de educación física.
También los beneficios son notables en los casos de artritis o artrosis. En el agua los dolores prácticamente desaparecen y el cuerpo experimenta una notable sensación de liviandad. "Las personas mayores -señala al respecto Villagrán Bertello- logran mover con naturalidad las articulaciones, y hasta se animan a saltar y correr sin experimentar molestias".
Si bien los ejercicios en la pileta acortan notablemente los períodos de rehabilitación de las distintas patologías, es necesario combinarlos con rutinas de gimnasio y kinesiología. La especialista aclara que la natación terapéutica debe ser un tratamiento complementario al que plantean la kinesiología, la fisiatría y la medicina del deporte. El agua otorga múltiples ventajas, pero no es una panacea.
Según Villagrán Bertello, la natación terapéutica pretende cubrir la brecha entre el traumatólogo y el profesor de educación física. Una vez que la patología está diagnosticada por el traumatólogo, es conveniente incorporar los ejercicios en la pileta a las rutinas que plantean los tratamientos tradicionales.
En la mayoría de los casos los pacientes pretenden continuar con la natación terapéutica una vez que concluyen la rehabilitación específica. "Prefieren no dejar la actividad porque les posibilita caminar mejor, estar distendidos y aumentar la flexibilidad articular", señala la especialista.
Una vez culminada la rehabilitación es recomendable realizar caminatas, trotar, practicar deportes y andar en bicicleta, ejercicios que se complementan perfectamente con la natación terapéutica y que mejoran la calidad de vida.



"En la pileta el paciente se siente libre", dice Villagrán Bertello.
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