Gustavo Yarroch
Ni mala fortuna ni casualidad. Nada de eso. Argentino perdió su tercer su partido cosecutivo después de ir ganando 1 a 0, y a esta altura sería una ingenuidad pensar que lo persigue una mala racha. El equipo salaíto -humilde, juvenil, limitado- sigue sin encontrar la manera de disimular su falta de roce en la categoría. Es endeble y no le inspira respeto a sus rivales. Por ese pierde más de la cuenta. Y por eso, también, todo parece indicar que arrancará la próxima temporada con un promedio tan flaco como preocupante. Ayer fue Talleres de Remedios de Escalada el que se aprovechó de su fragilidad. Y lo hizo del modo más doloroso. En el tercer y último minuto de descuento, cuando Argentino se abrazaba al empate como una novia acaramelada a su chico. Pero estuvo bien el resultado. Tras la apertura de Cortalezzi, a los 3' del segundo tiempo, Talleres fue poco menos que el amo y señor del partido. Los locales empataron a los 22, en una jugada tonta. Tiro libre de Villagarcía, mano de Cortalezzi (estaba en la barrera) y penal transformado en gol por el mismo Villagarcía. El Vasco Olarticoechea acertó con los cambios y Talleres fue una tromba fervorosa que empujó a Argentino contra su área. La conclusión: el salaíto no sólo es un equipo debilitado anímicamente, sino también físicamente. Se cae, casi invariablemente, en todos los segundos tiempos. Le pasó ayer, también ante Colegiales y lo mismo le ocurrió frente a Argentino de Quilmes. La defensa de Argentino no hacía pie, y el motivo distaba de ser la incesante lluvia. Entre la ayuda del travesaño, la mala puntería ajena y dos goles anulados a Solchaga, Argentino se ilusionaba con llevarse un puntito de Remedios de Escalada, pero el remate postrero y goleador de Blázquez, al cabo, no hizo más que premiar al más ambicioso y fuerte de los dos. El equipo albo, en definitiva, tuvo quince minutos más que rescatables, los del arranque del partido. Después decayó y permitió que Talleres primero equilibrara el juego y después lo inclinara claramente a su favor. No dio garantías en el fondo, en el mediocampo falló tanto en la contención como a la hora de generar juego (Mellado eligió casi siempre la opción equivocada) y, adelante, Cortallezi debió lidiar demasiado solo con la línea de fondo local. Argentino pierde y pierde. Lo peor de todo es que no reacciona.
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