Año CXXXIV
 Nº 49.063
Rosario,
miércoles  21 de
marzo de 2001
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Editorial
Internet debe ser regulada

Un reciente delito vía Internet, cometido sin dudas desde Rosario, ha vuelto a poner sobre el tapete el delicado y difícil tema de la necesidad de una mayor regulación de ese extraordinario instrumento de comunicación planetario que es Internet. Es esta red un recurso que abre las puertas a un inconmensurable universo de progreso, pero que al mismo posibilita causar daños enormes, que bien podrían evitarse o, cuanto menos, penarse.
Lo dicho responde al asombroso caso conocido aquí de una joven de 21 años, bella estudiante de odontología, que mediante un burdo montaje fotográfico, apareció con nombre y apellido exhibiendo sus supuestos genitales, así como dando señas particulares entre las cuales se contó su número telefónico, en una página pornográfica que circula por la red. Lo hizo como si ofreciera servicios sexuales. Visitado el sitio por unos 800 navegantes, ella y su familia experimentan un inaudito acoso que no sólo viola su intimidad, sino que agrede su patrimonio moral y hasta material.
Como es natural, tratándose de una familia de bien integrada por el matrimonio y tres hijas, la denuncia acabó en los tribunales, con un fallo de la magistrada actuante en el que ordena que se dispongan las medidas que lleven a la eliminación de la página web. Esa decisión judicial no pudo ponerse en práctica, a raíz de que la empresa que explota el servicio en Estados Unidos (Yahoo) no se siente compelida a hacerlo porque descarga su responsabilidad en otro "buscador" (Googie) y porque, en lo que resulta fundamental, no existe un ordenamiento jurídico internacional que la obligue.
Asombrosamente, a ello se agregaría que, según dicen las excusas, en estos casos es imposible rastrear el origen de la página, que sin dudas está en Rosario. Cuesta trabajo aceptar que esto sea tan así, máxime si se tiene en cuenta, por ejemplo, que hasta la memoria borrada de la notebook del asesinado financista Perel pudo ser reconstituida.
Según se desprende de nada más que estos datos que, en modo alguno agotan las innumerables y notables aristas que otorgan perfil inusitado al caso, el uso de Internet demanda a gritos una regulación amplia y efectiva. Regulación que, obviamente, debe ser internacional y de aplicación real en todos los rincones del mundo. Técnicamente no debe ser muy difícil organizar la identificación fehaciente de aquellos que ingresan una página pornográfica. Además, las empresas que explotan los servicios deben hacerse responsables de lo que transmiten y en caso de producirse un reclamo como el comentado, proceder a la inmediata eliminación del sitio, algo que no sucedió con el caso que se comenta. No hay derecho a que gente de moral intachable resulte perturbada por agresiones insólitas como la comentada.


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