La edición número 73 de los premios Oscar del cine del próximo domingo será la última a realizarse en el auditorio Shrine, antes de la mudanza prevista para el año próximo a su nueva casa en Hollywood, el lugar donde nacieron en 1929, donde un un pequeño ejército de trabajadores se emplea en la construcción de un nuevo teatro en el corazón de la meca del cine. Así, partir del próximo año, los Oscar tendrán por fin una casa permanente, al pie de la colina que luce la celebérrima palabra "Hollywood" en letras gigantes, y al lado del famoso Teatro Chino.
Durante más de 30 años, desde 1969, el Oscar alternó entre el auditorio Shrine y el Dorothy Chandler Pavillion, las dos salas de mayor aforo de Los Angeles, antes de ir a las manos de los ganadores del principal galardón de Hollywood.
Si todo sigue el plan previsto, las estatuillas llegarán por última vez al Shrine el domingo venidero y, el próximo año, la ceremonia tendrá lugar en el nuevo auditorio que se está construyendo en la esquina entre el Boulevard Hollywood y Highland, en Los Angeles.
Inicialmente, cuando el proyecto se puso en marcha en 1998, la intención era que el nuevo recinto, creado para acomodar las necesidades de la Academia de Artes y Ciencias Cinematográficas en estas fechas, estuviera listo para la 73 edición. Quizá las previsiones fueron optimistas, pero las torres que se están alzando en esta esquina y en especial los dos elefantes, inspirados en la película Intolerance, que ya flanquean la puerta de entrada refuerzan la imagen de un nuevo hogar para el Oscar.
"Crecí en Hollywood soñando con el Oscar, como todo el mundo, así que me he esforzado para que regresen a donde pertenecen", confesó la concejal Jackie Goldberg, promotora de la idea.
El proyecto no fue barato, valorado en 350 millones de dólares, pero devolverá la ceremonia de entrega de la estatuilla más codiciada en Hollywood justo a la esquina de enfrente de donde, en 1929, comenzó todo, durante una cena celebrada en el hotel Roosevelt.
La obra, que abarca más de 60 mil metros cuadrados, tiene como finalidad la construcción de un teatro propiedad del ayuntamiento, pero que la Academia alquilará cada año para la entrega de los Oscar. El recinto incluye una sala preparada para recibir a más de mil 500 periodistas de todo el mundo y la tecnología para hacer posible la retransmisión, además de, por supuesto, acomodar a miembros de la Academia, estrellas invitadas y candidatos. "Todo será grandioso", proclamó el presidente de la Academia, Robert Rehme, cuando comenzó la construcción.
El nuevo auditorio espera acabar con la pesadilla logística en la que se ha convertido la celebración de los Oscar durante las últimas tres décadas.
En el caso del Dorothy Chandler Pavillion, el principal problema radica en el apretado calendario de actividades de este auditorio, sede de la ópera de Los Angeles y de su filarmónica, lo cual deja poco tiempo a la Academia para preparar su gala.
En el caso del Shrine, el mayor problema es el lugar donde se encuentra, en una zona empobrecida de la ciudad y rodeado de aparcamientos y espacios de venta de automóviles. Si la cámara ofreciera una visión más amplia del ambiente que rodea a la alfombra roja, el espectáculo haría perder su brillo a la estrella más fulgurante de Hollywood.
El nuevo escenario
"Está creciendo rápidamente", dijo sobre el que el será el nuevo teatro de la ceremonia Beth Harris, portavoz de la constructora canadiense Trizec Hahn. "El escenario ya está construido. También están los muros laterales de cemento y la estructura de acero para los asientos", añadió.
El teatro, diseñado por David Rockwell en un estilo que evoca la arquitectura modernista de la época dorada de Hollywood, debería estar terminado en noviembre, a punto para los Oscar del 2002, aunque un año más tarde que lo que se había anunciado cuando se iniciaron las obras en 1998.
El complejo, bautizado Hollywood and Highland, forma parte de un plan para devolver al mítico barrio, descuidado durante décadas, su esplendor de antaño, y sus promotores esperan que atraiga anualmente 20 millones de visitantes.
Hollywood and Highland, una especie de centro comercial al aire libre que incluirá también cines, tiendas y restaurantes, está situado justo delante del Hotel Roosevelt, que albergó la cena donde se entregaron los primeros Oscar. Desde entonces, la ceremonia, que no ha vuelto a Hollywood desde 1960. "Estamos contentos de volver adonde empezamos", dijo un portavoz de la Academia.