| | Análisis: Sin coraje para terminar con los privilegios
| Jorge Levit
La Argentina es un país donde no hay decisión política para terminar con los privilegios. Los anuncios económicos de López Murphy para reducir el déficit fiscal no incluyeron a sectores de la sociedad a los que nadie hubiera podido defender. El costo de la política en este país, por ejemplo, es más alto que en muchas naciones europeas. Entre los anuncios sólo se recorta a los legisladores la posibilidad de otorgar subsidios, sospechados en muchos casos ser parte del clientelismo político y no una ayuda del Estado para quien lo necesita. Nada se dijo de los millonarios presupuestos del Congreso nacional, de las Legislaturas provinciales y de los Concejos Municipales. La poda de las jubilaciones mayores de 3.100 pesos quedó sólo en los borradores. Los especialistas en economía que anticiparon esa medida no contaron con que para llevarla a cabo sería necesario mayor coraje político del que hasta ahora demostró este gobierno. Jubilaciones de 150 pesos para miles y miles de argentinos, y superiores a los tres o cuatro mil pesos para pocos otros es otra de las tantas vergüenzas nacionales. Tanto, como que haya desnutrición infantil en un país con millones de vacas, miles de kilómetros sembrados con cereales y una costa marítima interminable. En Gran Bretaña, Tony Blair, un laborista que conduce nada menos que los destinos de la nación cuna del capitalismo y la ortodoxia liberal, impuso un gravamen especial a las empresas privatizadas durante la gestión de los conservadores. En Argentina, de la Rúa admitió al día siguiente de ganar las elecciones que estudiaba un impuesto similar. El estudio duró pocas horas y fue desechado rápidamente. A los militares se le recorta un aporte del Tesoro nacional para su caja previsional, pero nada se hace con los gastos que demanda una estructura obsoleta e innecesaria en las tres fuerzas armadas. Sobre la evasión sólo se dijo, como tantas veces, que se acentuará la vocación recaudadora, cuando en realidad el sistema está preparado para que paguen chicos y medianos, mientras los grandes encuentran los caminos para escaparle al fisco. Las cajas sindicales -gremialistas ricos, sindicatos quebrados- tampoco parecen ser una fuente de preocupación del nuevo equipo económico, pero sí lo son unos miserables pesos del sueldo de los docentes que ahora están en peligro si no los pagan las provincias. La corrupción que todos conocen que existe en distintos estamentos del Estado no fue mencionada como un agujero negro por donde se dilapidan recursos. Y la lista podría continuar. Hay muchas áreas donde el ajuste es cantado, pero otra vez se puso un parche. La crónica mala distribución de la riqueza, acentuada durante las últimas décadas, seguirá su camino. Radicales y frepasistas, pese a esgrimir un discurso socialdemócrata, adoptan recetas neoliberales ortodoxas -a la criolla- que los países del Primer Mundo ya están dejando atrás por su inequidad. Aquí se las ven como la salvación para un país donde unos pocos quieren mantener sus privilegios en un marco de millones de pobres y marginados.
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