Huinganco se ubica sobre la margen izquierda del río Neuquén, en el oeste neuquino de la Cordillera del Viento, surcada por arroyos tan cantarinos como transparentes y en medio de un microclima muy especial.
El esfuerzo y la perseverancia de unos pocos pioneros lograron convertirla con el paso de los años en el Jardín de la Provincia, un apelativo que surgió de las plantaciones forestales y de los cultivos de frutas finas.
La historia de Huinganco, nombre que toma el vocablo mapuche "huingan", que significa arbusto nativo, y el mucho más conocido "co", que quiere decir agua, comenzó en 1964 con la creación de la Comisión de Fomento Vecinal, cuando muchos pobladores rurales habían comenzado a emigrar en busca de una vida mejor.
Don Rogelio Figueroa fue el primer presidente de esa comisión, tarea que desempeñó hasta que fue elegido intendente, cargo que desempeñó por más de una década y media. Al igual que su padre y que otros pobladores, sabía que había que aprovechar el microclima especial de Huinganco para el desarrollo forestal.
Ya en 1947 se trajeron de Chile las semillas de pinos para las primeras plantaciones. Pero un cuarto de siglo antes, en 1922, otro legendario poblador, el maestro Temístocles Figueroa, padre de Rogelio, había fundado una escuela-granja.
Vivero volante
La historia de Huinganco y su privilegiado microclima indica que fue en 1968 cuando un grupo de hombres se organizó para trabajar en lo que llamaron un "vivero volante". Así nació, de la tenacidad y el esfuerzo conjunto, el primero de los 12 bosques que tiene actualmente esta pequeña localidad.
Los pinos y otras especies de árboles comenzaron, de a poco, a salpicar de verde la árida cordillera andina. Se iniciaba así lo que hoy se conoce en Neuquén como el Jardín de la Provincia, un lugar donde anualmente se producen 4 millones de plantines, dentro de una actividad económica en desarrollo.
Entre los bosques Charra Ruca y El Manzano se extiende el Area Natural Protegida Cañada de Molina, reserva que alberga especies autóctonas, en su mayoría maitenes, ñires y cipreses.
Con el tiempo el cultivo de las frutas finas se sumó a las plantaciones forestales, y ese fue el origen de la Fiesta de la Rosa Mosqueta, una celebración que se realiza anualmente en abril.
La elaboración artesanal de dulces y la piscifactoría para la producción de truchas, que se comercializan en el país y también se exportan al mundo, son otros atractivos para los visitantes.
El vínculo entre el hombre de esta región y su pasión por los bosques derivó en uno de los más exóticos museos del país: el Museo del Arbol y la Madera, que exhibe variedades de maderas y de papeles. Hay un ciprés de más de 1.200 años de vida y un pino insigne chileno junto con 52 fósiles de animales además de herramientas.
Y además testimonios que remiten a décadas de fines del siglo XIX y principios del XX, una época a la que se llamó la "meca del oro", y de la que se conserva un trapiche usado para las extracciones. Con él se molía la roca y luego se la sarandeaba para separar el material dorado.
Muy cerca de Huinganco está la mina de oro Erika, actualmente en explotación, donde se pueden ver los métodos de extracción y almacenamiento. Mensualmente se extraen de este yacimiento 3.000 toneladas del oro, que luego de procesado deja 50 toneladas de concentrado, que es el que se lleva a la planta de refinado para su comercialización.
Huinganco está a 6 kilómetros de Andacollo; a 61 de Chos Malal, a 276 de Zapala; a 460 de Neuquén, la capital provincial, y a 1.900 de Rosario. Pertenece al departamento Minas y está en el norte de Neuquén.