Año CXXXIV
 Nº 49.060
Rosario,
domingo  18 de
marzo de 2001
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Brasil: Adrenalina y ocio
Isla Grande, un santuario ecológico a 165 kilómetros de Río de Janeiro

Dolores Pruneda Paz

Los indios tamois fueron los primeros habitantes de la Isla Grande, un santuario ecológico poblado por comunidades de monos macacos que viven entre palmeras y cañas de bambú, a tan sólo 165 kilómetros de Río de Janeiro.
En Isla Grande el ecosistema permanece inalterado; la primitiva tierra de los tamois es ahora el lugar perfecto para el turismo ecológico y de aventura y una invitación al relax.
Se puede llegar en transbordador desde Mangaratiba, a unos 100 kilómetros de Río, y también desde Angra Dos Reis. La navegación no supera las dos horas, pero no se puede llevar autos porque las normas ecológicas prohíben el uso de combustibles.
La balsa deja a los viajeros en la villa de Abraao, antigua y populosa, donde los visitantes pueden elegir hospedarse en posadas, campamentos, habitaciones en casas de familias, o alquilar casas por el fin de semana.
En esta pequeña urbe se disfruta la actividad nocturna siempre y cuando el suministro de energía eléctrica no se interrumpa por un clima adverso, lo que por otro lado incentiva el romanticismo.
Pero, de todos modos, vale la pena sentarse a saborear un suco natural en cualquier barcito, probar las delicias de los frutos de mar en los restaurantes, comer un pastei en los muchos puestos ambulantes y visitar tiendas de artesanías.
También hay alojamientos en las solitarias playas Dos Mangues, Aventureiros y Ubatuba -lugar de canoas- donde sólo hay arena, mar, riachos de agua dulce y algún reducto gastronómico.

Palmeras imperiales
Con algo más de cien playas en sus 155 kilómetros sobre el litoral atlántico, y pequeñas villas en sus casi 200 kilómetros cuadrados de tierras, la Isla Grande se hizo tristemente famosa por albergar presos políticos.
Un camino de palmeras imperiales conduce a las cercanas ruinas del acueducto que abastecía con aguas de manantiales a un antiguo lazareto. En los alrededores del acueducto hay una cascada para los baños de agua dulce y toboganes naturales en las piedras.
Los alpinistas encuentran cinco picos para escalar, entre ellos la Pedra d'Agua -el más alto de la isla con 1.030 metros-, el Pico do Papagaio, de 990, y el Pico do Ferreira, de 740, que además tiene una terraza natural para practicar el aladeltismo.
Y para los surfistas está la playa de López Mendez, considerada entre las cinco mejores del mundo para este deporte, aunque también hay enormes olas en las playas Brava y Ponta do Sul.
Para el buceo y la caza submarina los mejores aguas están en la Gruta do Acajá, Punta do Drago y Parnaioca, y en las islas dos Meros, das Palmas, dos Macacos y Longa, donde hay erizos y estrellas de mar, delfines y cardúmenes de peces de colores.
También vale la pena recorrer el Parque Estadual de Ilha Grande y caminar hasta las ruinas del antiguo presidio; llegar hasta Freguesia de Santana, primera construcción isleña, y hasta los vestigios de una fortificación pirata que fue bastión de contrabandistas de madera y oro en el siglo XVIII.


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