La Unesco acaba de incorporar al Valle del Loira, Francia, en su catálogo del patrimonio mundial. Esta región, que constituye un verdadero tesoro, se extiende entre Sully-sur-Loire y Chalonnes. La denominación de la Unesco revaloriza sus riquezas, que no sólo se limitan a sus palacios, mundialmente conocidos.
El Loira es un magnífico ejemplo de interacción entre el hombre y la naturaleza; aunque explotado de la mejor manera posible por los ribereños, ha sabido convertirse en "el último río libre de Europa", gracias a los caprichos de su caudal. Su valle, vivo y en constante evolución, también se ha conservado de manera notable.
No podría responder mejor a los criterios de patrimonio de la Unesco, tanto más cuanto que, testigo de 2.000 años de historia, el valle ha sido una zona importante de encuentros y de influencias culturales entre el Mediterráneo italiano, Francia y Flandes.
Sus numerosos monumentos ilustran las ideales del Renacimiento y del Siglo de las Luces, y su presencia en el pensamiento y en la creación de Europa occidental.
Sobresale por la calidad de su patrimonio arquitectónico con ciudades históricas como Blois, Orleans, Saumur y Tours y, por supuesto, con los palacios que le han forjado su reputación.
La zona circunscripta como "paisaje cultural" abarca una superficie de 760 km2 y se extiende a lo largo de 280 kilómetros. El ancho es de unos dos kilómetros en ambas orillas del Loira, con algunas excrecencias destinadas a incluir partes del paisaje como el cauce del Loiret, el parque del palacio de Chambord, la confluencia con el Indre hasta Azay-le-Rideau, el Vienne y la comarca natal de Rabelais hasta Chinon y la abadía de Fontevraud.
Este territorio se lo reparten cuatro departamentos franceses (Loiret, Loir-et-Cher, Indre-et-Loire, Maine-et-Loire), dos regiones (Centro y Países del Loira), tres grandes ciudades (Orleans, Blois, Tours) y una multitud de pequeñas ciudades y aldeas.
El rótulo de la Unesco, además del prestigio y del reconocimiento que supone, permitirá congregar a las entidades locales, que ya han firmado una carta acerca de las prioridades de la valorización de la comarca, comprometiéndose, en especial, a no construir edificios que la desfiguren.
Proceso histórico continuo
Francis Deguilly, de la Dirección Cultural de Asuntos Culturales de la Región Centro, expresó: "Nos hemos dado cuenta de que el Valle del Loira es principalmente conocido por sus palacios. Hemos querido atraer la atención sobre todo lo que desembocó en este patrimonio arquitectónico y mostrar que el Loira constituye un proceso histórico continuo, desde la antigüedad hasta nuestros días. Actualmente, los visitantes no se quedan en el sitio, a pesar de sus etapas acogedoras, de una naturaleza amena y de la posibilidad de visitar bodegas, sin hablar de los amaneceres y atardeceres en el río. El Loira es una corona y los palacios son solamente las perlas".
De esta reflexión surgió la determinación de esa larga cinta que se supone ha de dar a los turistas ganas de pasear por allí y de recorrerla lentamente. El turismo duradero debe ser un medio para perennizar el valor patrimonial del conjunto de la comarca, dejando de concentrar en los palacios del Loira la atención de los millones de personas que visitan a la región cada año. Los puertos, los hábitats troglodíticos, los parques y jardines y los centros históricos de muchos municipios merecen que se haga un alto. Excursiones por todos los medios de transporte y circuitos temáticos permitirán en el futuro un descubrimiento más amplio de la comarca.
Después de España, Francia es el país europeo que tiene más sitios catalogados. El vigésimo sexto, el Valle de Loira, se inserta ahora como un diamante en esta rica diadema.
La Ciudad
