| | Croacia: Puertos que pagan tributo a los felinos
| Patricio Pron
En muy pocos lugares puede verse con tanta claridad que los gatos son reyes y actúan como tales como en Dubrovnik. En esta antigua ciudad croata a orillas del mar Adriático la sorpresa y el deslumbramiento son actividades cotidianas. En primer lugar, la sorpresa de llegar desde Zagreb en un colectivo lleno de croatas que ríen entonados mientras el conductor se afana por atravesar unas montañas bellísimas (el verdadero corazón de Croacia y una prefiguración del paisaje de Bosnia) tan rápido como se pueda y, a la derecha, el mar ofrece un paisaje de islas de postal. En segundo lugar, la sorpresa de arribar a una ciudad que, aunque fue escenario de los más cruentos bombardeos de la pasada guerra, ha recuperado su normalidad y su belleza. En tercer lugar, la sorpresa y el deslumbramiento de ingresar en la ciudad vieja y dejarse llevar por calles medievales que conservan el sonido de todos los idiomas que se han hablado aquí a lo largo de los siglos, que fue durante la Edad Media un centro de cultura indiscutible, considerada la Perla del Adriático. En los museos de Dubrovnik (hay varios y son muy interesantes) está la historia de la ciudad. En sus calles y los rostros de sus habitantes está su memoria, pero su deslumbramiento está en sus gatos, que se desperezan bajo el sol que cae sobre los techos, que pelean o se aman entre las casas y que, al atardecer, se van al puerto de la ciudad antigua, donde amarran los pescadores que por unas pocas kunas brindan a los visitantes una vista desde el mar de las antiguas murallas de la ciudad. Esperan allí hasta que vuelven y luego se arremolinan a su alrededor, aguardando que, con un hilo y un poco de pan, ellos saquen del mar algunos pequeños peces y se los arrojen. Por única y última vez en su vida esos peces vuelan y acaban en la boca de los gatos, que nunca se comen las cabezas. Es curioso que todos los marineros guarden las formas y alimenten a los gatos, pero eso sucede un atardecer cualquiera en Dubrovnik. Los pescadores pagan su tributo a sus majestades los gatos.
| |
|
|
|
|
|
Diario La Capital todos los derechos reservados
|
|
|