Juan Carlos Moisés
1 Nosotros. Y los que se ahogan en una gota de agua. Y la gota de agua. 2 ¿Cuerpo, me llevarás, adónde, y cómo, y acaso tendré que obedecer tus maniobras, decirte soy totalmente tuyo? 3 En el velorio de la otra noche el cadáver lloró junto a su hijo. 4 No tanto una reflexión de la vida y la muerte, más bien una flexión entre la vida y la muerte. 5 Soy parte de la brisa del verano. Siento que soy una partícula en /suspensión, ínfimo, apenas existente. Estar así, ver pero no ser visto. 6 Se van desprendiendo partes mías, quedan flotando alrededor; me siguen, me persiguen, partículas de polvo. No quiero que se junten. 7 No desentona el conjunto, pero también puedo sentir que respiran por separado, y viven sin mí, las partículas que soy. 8 En esta noche callada estoy hablando como si no te escuchara. 9 Me llamo, no me encuentro. Nadie viene aquí, a este cuerpo perdido. 10 Estoy frente a una puerta cerrada. Quiero abrirla. No puedo. Vivir, soñar, hacer planes, delante de una puerta cerrada. (después de leer a Kafka) 11 Llega la noche, quiero ver que llega la noche, ver que llega la noche, que nos llevará al día. 12 La noche tiene signos del día; quedan murmullos detrás de los objetos. Llegar hasta la noche y no hablarle, llegar y oír los objetos. 13 Si grito en sueños ya no despierto puro. 14 Una cabeza para pensar durante toda la vida. Y toda una vida para no perder la cabeza. 15 Se dice: hay que conservar la cabeza. ¿Y la guillotina qué mata: a la cabeza o al cuerpo? ¡No me digan que al cuello! 16 Este largo cuerpo destemplado es el mío, siempre lo fue. Permitan llevármelo a casa. 17 Tiene un cuchillo. En verdad no tiene nada en la mano, pero juega con ese cuchillo como si lo tuviera. Y todos vemos un cuchillo que, por cierto, nos da miedo. 18 Dibujo caras sin encontrar una a la que no me parezca. 19 Con los ojos cerrados que no he tenido el coraje de abrir, oigo para no tocarte. 20 No creo haberme venido, no entero por lo menos; más partes mías quedaron junto a vos que las que traje conmigo. 21 Se resiste, no se quiere ir el invierno. La nieve cayó, sorpresiva, esta mañana. Un zorzal pardo canta en el pino, como canta mi amor, a los saltitos, en el /frío. (a Clara) 22 El azul del cielo en la mañana invernal. El humo de las casas. Ese hilo delgado me mantiene unido al /mundo. Tener la mente ahí; y los ojos. 23 ¿Nadar desnudos, dijiste? ¡Oh!, no, lo dije yo. Nadar desnudos lo dije yo. Vos sólo dijiste nadar. 24 Anoche fui y te busqué. Como no estabas, me quedé a dormir en tu habitación. Pero no te dije que lloré en tus sábanas solas. Te dije que no dormí en tus sábanas solas. 25 Mi cabeza es una caja; ¿está bien que vuelque la caja en tu baldío y borre las pisadas? No sé decir además cuántos desperdicios volqué en esa playa. 26 Una guiñada de ojo: lo último que harías. Para muestra basta un tobillo. La vida también va por abajo /despanzurrando bichitos de anillos brillantes y acariciándote los pies. ¿Qué harías con ese ojo cerrado si el pestañeo durase un poco más? 27 Miro el muro, lo toco, se deja tocar, me amuro al muro; plano, oscuro, siento el muro, no lo miro. Y veo. Veo más allá del muro. (a Jorge Isaías)28 Raro privilegio el de haber nacido el mismo día de invierno en que una gata lidió con sus crías, una tras otra, y a un chancha inmensa se le dio por /parir una seguidilla de lechones revolcándose en el fango mullido en la chacra de abuela María, según ella me contó años después, para divertirme, y advertirme, al mismo tiempo, de coincidencias y maledicencias ajenas. 29 Nuestros hábitos son los de ciertos animales. Hay mezclado un poco de todo, al punto de no ver exactamente la línea de separación. Calma, clama, habla, alguien te oirá. 30 Me dijeron: tenés que vivir con los pies en la tierra, entre pacientes animales de corral; los de rapiña pueden comerte un ojo. Tuertos experimentados me lo decían. 31 Hay caras que no se pertenecen a sí mismas, les deben algunos rasgos y gestos a otras caras. Y aunque parezcan dueñas de lo que muestran y poseen, no hacen otra cosa que añorar lo que no son ni serán. Ni siquiera son actores, no lo podrían ser. 32 A mí vivir no se me olvida más, dijo mi tío Samuel, sabiendo que a los pocos minutos saldría del hospital con los pies para adelante. 33 Hace que cierra los ojos y piensa en su infancia, en una pelota de goma que pateaba, feliz, con todas sus ganas, contra una pared llena de sol. A veces la pelota sigue rebotando sola, interminable, aunque él deje de hacer el esfuerzo por recordar. 34 Como una música en la noche, como una mosca en el verano, como el sol del mediodía, o en todo caso, como los dados un instante antes de detenerse.
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