| | Señalador Rosario vista por un viajero inglés en 1848
| William Mac Cann
Entramos a la ciudad en horas de la siesta. Las casas y tiendas estaban, naturalmente, cerradas; sólo por azar se veía alguna persona en las calles. Rosario se halla situada sobre una barranca del río Paraná; la vista que ofrece, por el lado del río, se parece mucho a la de San Nicolás, aunque desde esta última ciudad, el panorama es más extenso y variado. La población será de unos cuatro mil habitantes. En la plaza se alza la iglesia, edificio moderno con el que se ha pretendido -según parece- imitar el templo inglés de Buenos Aires, aunque el estilo griego de este último resulta bastardeado por la adición de una torre y un campanario en cada uno de los ángulos del frontón. Hay en Rosario dos escuelas, una de varones y otra de niñas. Las mujeres son muy industriosas; hilan lana de muy buena calidad y la tiñen con bonitos colores mediante hierbas y raíces recogidas en los campos y en, las islas del Paraná. Con el hilo así teñido, elaboran tejidos muy firmes y sólidos que sirven para fabricar ponchos. El poncho más fino cuesta, por lo general, una suma equivalente a diez libras esterlinas. En el puerto estaban atracadas tres goletas descargando mercaderías de Montevideo y recogiendo carga para el mismo destino. Una tropa de mulas destinada a conducir mercancías para las provincias del norte, pastaba en los alrededores; también se cargaba un convoy de carretas con destino a Córdoba. Muchas mujeres lavaban lana en la orilla del río. Este trabajo les representa unos diez peniques diarios. Un grupo de hombres se ocupaba de moler trigo al aire libre con una maquinaria, rústica en extremo: las muelas tenían unos dos pies de diámetro, la coronaria era de dientes muy irregulares y sus maderos estaban asegurados con grandes clavos y fajas de cuero. Una yunta de caballos, galopando a velocidad de unas siete millas por hora, hacía girar la rueda. Un tabique de cuero protegía la harina, del viento y del polvo. Rosario es el principal emporio de comercio en la provincia de Santa Fe y el puerto por donde las provincias de Córdoba, Mendoza, San Luis y algunas otras realizan necesariamente SU comercio exterior. Una vez que los vapores puedan remontar el río Paraná, llegando hasta el Paraguay, todo el intercambio comercial de las provincias del norte se efectuará por este puerto. La situación favorable de Rosario, así como la inmensa extensión de suelo fértil, accesible a sus habitantes, harán siempre de esta ciudad un centro próspero, propicio a la industria y laboriosidad de sus habitantes. Después de Montevideo, Rosario está destinado a ser el puerto más importante de esta parte de América. Cuando llegue el tiempo, de que las empresas y los capitalistas del país se dispongan a construir ferrocarriles, su primer acto será sin duda trazar una línea desde esta ciudad hasta Río Cuarto, con ramales a San Luis y Córdoba. Los únicos extranjeros que existen por ahora, son unos pocos italianos -menestrales y dueños de pulperías- y un solo alemán. No he encontrado ningún súbdito británico. La hospitalidad que nos prestó don Antonio Berdier y las informaciones que me facilitó, hicieron muy agradable permanencia en la ciudad. (de "Viaje a caballo por las provincias argentinas", Taurus)
| |
|
|
|
|
|
Diario La Capital todos los derechos reservados
|
|
|