Tokio y Washington. - La crisis política japonesa, con el renunciante premier Yoshiro Mori en índices de popularidad bajísimos (9%), es sólo la cara más visible de una crisis más profunda, que afecta al sistema mismo que llevó al país a ser la segunda economía del mundo y a desarrollar tecnologías de punta. Es que, más allá de la crisis del obsoleto oficialismo japonés, lo que está al borde del desastre es la gigantesca economía japonesa, jaqueada por deudas ingobernables. La salud de la economía japonesa, precaria en los últimos años, tiende a degradarse y según los economistas, los socios asiáticos de ese país y los del resto del mundo no están libres de un contagio, ni siquiera Estados Unidos. A esto se suma la crisis del partido en el poder el liberal PLD, que gobierna desde el fin dela II Guerra Mundial. "Si la economía japonesa se desploma, eso tendrá seguramente un impacto negativo sobre la región" y especialmente entre sus socios en el mundo, empezando por Estados Unidos, dijo el economista del Instituto de Política Económica (EPI) de Washington, Rob Scott. La suma fatal de deuda pública en alza (alcanza el 130% del PBI japonés, el más alto del mundo desarrollado); enorme morosidad bancaria y deuda previsional, todas ellas sin visos de solución, hace temblar al mundo entero: si cae Japón, alternativa insinuada claramente por el propio ministro de Finanzas, Kiichi Miyazawa ("las finanzas públicas están al borde del colapso"), el efecto sería devastador a escala planetaria. Japón es la segunda economía del mundo, no se tratará por tanto de otra crisis a la tailandesa o a la rusa. El tamaño de la economía japonesa equivale a sumar las de Alemania, Francia e Italia o Gran bretaña. Mientras sigue la espera, el resto del mundo y Estados Unidos en particular, están bajo la amenaza directa de un recesión en Japón y de la ruptura de los flujos financieros provenientes del archipiélago. Japón es el mayor prestamista de EEUU, gracias a su altísima tasa de ahorro interno, y Estados Unidos es su mayor deudor (ha financiado gran parte de su boom económico de los 90, que generó un fuerte déficit externo, con fondos japoneses). Tomando en cuenta las inquietudes reinantes en cuanto a la solidez del mercado bursátil estadounidense, "es poco probable que los japoneses coloquen su dinero en Estados Unidos", como hicieron hasta ahora, dijo Scott. "Más aún -agregó el economista-, porque la economía estadounidense está igualmente en un estado relativamente frágil". Scott no excluye una nueva crisis financiera como la que afectó a Tailandia en 1997, y arrastró luego a Indonesia y Corea del Sur, que luego repercutió en Rusia y América del Sur, especialmente en Brasil que debió ser socorrida por un plan internacional de rescate financiero. Claro que esta vez, dado el tamaño monumental del país afectado, los efectos sería de otra escala. Un dato inquietante: Japón es el primer país industrializado que sufre una deflación desde la crisis mundial de 1929. "La economía japonesa está estancada desde hace una década y las tentativas de los sucesivos gobiernos de reactivar la máquina mediante gasto público se saldaron con el fracaso". En el sudeste asiático y en China, Japón es un inversor importante y "un descalabro significativo (de su economía) conduciría a una disminución de esas inversiones y no es bueno para la región ni para EEUU", explicó Katz. "En la región, ese tipo de flujos de inversiones contribuyen al crecimiento económico y éste ayuda a la estabilidad política", destaca el experto. De hecho a causa de la crisis el primer ministro japonés Yoshiro Mori, le comunicó a los miembros de su partido que renunciará, para adelantar la fecha de la elección de un nuevo presidente del Partido Liberal Demócrata (PLD). El viernes, la coalición gubernamental japonesa tomó medidas de urgencia con el fin de evitar un deterioro mayor de la economía. Por otro lado, presionó al banco central para que distienda su política monetaria, que no puede flexibilizarse mucho más, ya que su tasa directriz está en un nivel de 0,25 por ciento. Pero para el economista de First Union, Jay Bryson, "las autoridades japonesas tienen un débil margen de maniobra para estimular" el consumo interior y relanzar la actividad económica, tras destacar que "la economía japonesa permanecerá probablemente débil hasta que el crecimiento mundial se reanude".
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