Porque pasó de humorista a galán. Dady Brieva pasó de ser el amigo solterón de Panigassi en "Gasoleros" al seguro Alberto Muzzopappa, el muchacho de barrio, canchero y ganador, de "El sodero de mi vida". Del timorato colectivero que encarnó en la anterior tira de Suar no queda más que el recuerdo. Hoy el cómico, consolidado como actor, seduce en la ficción a una legión de mujeres sin discriminarlas entre rubias, morenas o pelirrojas.
Porque es un tipo común. Si algo distingue al personaje de Alberto es su carácter de tipo común y corriente. Sin tener un alto grado de instrucción el hombre zafa por su manejo de la calle. Cuando habla con su mayor conquista, la psicóloga que interpreta Andrea del Boca, los baches intelectuales del sodero son reemplazados por sus tiernos versos que destruyen toda barrera entre él y la mujer que le ganó el corazón.
Porque encara la vida en positivo. Encarnando a un hombre cuyo paternalismo abarca el cuidado de una madre jugadora, una cuñada viuda y un grupo de empleados a quienes protege porque son sus amigos del barrio, el actor afronta tanto los problemas económicos como los sentimentales y familiares con una actitud que apunta siempre a salir airoso. Más allá de las trampas de la vida, Muzzopappa está destinado a ser un ganador.
Porque disimula sus defectos con simpatía. Nadie podrá decir que se trata de un personaje que triunfa por ser carilindo ni que su pareja encarna a la mujer perfecta. Ambos son un hombre y una mujer que se podrían confundir con la mayoría de las parejas argentinas lo que la convierte en mucho más creíble que otras, que mienten una perfección inexistente.