| | cartas Un filósofo de la libertad
| El poeta Antonio Machado escribió alguna vez: "Todo pasa y todo queda, pero lo nuestro es pasar, pasar haciendo caminos, caminos sobre la mar". El doctor Angel J. Cappelletti, fue sin dudas un hacedor de caminos, y estamos seguros de que nunca persiguió la gloria. Lo que sí lo hacía feliz era compartir el ejercicio de la reflexión acerca de una multiplicidad de cuestiones esenciales como la libertad de los seres humanos y la construcción del conocimiento científico. Nació en la ciudad de Buenos Aires, el 15 de marzo de 1927. Fue a partir de 1951 profesor de filosofía y se doctoró en Filosofía y Letras en la Universidad Nacional de Buenos Aires en 1954. Cappelletti es autor de más de 80 libros que abarcan temáticas tan diversas como la filosofía clásica griega y latina, estudios sobre filosofías orientales. Realizó traducciones directas del griego de obras de Platón; su producción cuenta con investigaciones sobre los presocráticos, también sobre los sofistas, los estoicos, los cínicos y los epicúreos. Al igual que el italiano Rodolfo Mondolfo, de quien fue discípulo brillante, mantuvo toda su vida una curiosidad simultánea por los estudios del pensamiento filosófico clásico y también una inquietud por analizar los fenómenos sociales de su tiempo. Las disertaciones del doctor Cappelletti ponían de manifiesto una erudición fantástica y un talento pedagógico. Sus exposiciones sobre tópicos tan diversos y complejos como la Revolución Mexicana, la Revolución Española (1936-1939) o la evolución del pensamiento positivista tenían tan excelente nivel y claridad que su auditorio, fuera de doctos o profanos, quedaba satisfecho y lleno de inquietudes. Ejerció como docente en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Nacional de Rosario, pero el advenimiento de la dictadura de Onganía en 1966 lo forzó al exilio. Trabajó en universidades de Uruguay, México, Costa Rica, y en Venezuela. En este último país desarrolló una intensa actividad en la Universidad Simón Bolívar (Caracas) y en la de Los Andes (Mérida). Habiendo recibido de manos del presidente Venezolano Rafael Caldera la Orden al Mérito por sus aportes a la cultura universal, a su retorno a la Argentina la mediocridad y miseria moral de los funcionarios le impidió desempeñar con dignidad tareas en la UNR. Mantuvo intactas sus convicciones de socialista libertario hasta el final de sus días. Hace casi cinco años una cruel enfermedad puso fin a la vida de este hombre que abrió sendas para que la humanidad sea más libre. Carlos A Solero
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