Poco ha dejado el empate en un gol entre Boca Juniors y Belgrano de Córdoba. Poco les sirve a ambos el puntito en un partido por momentos aburrido. A Boca el punto no le sirve, aunque le seduzca más la Copa Libertadores, primero porque es Boca y segundo porque sigue abajo en la tabla. El empate tampoco le sirve de mucho a Belgrano. Si bien el celeste podrá llegar a Córdoba y golpearse el pecho por no haber perdido en la Bombonera, a la hora de hacer las cuentas las victorias de Los Andes, Almagro, Argentinos Juniors y Estudiantes en la tabla de los promedios pesan mucho más. La apertura del tanteador la concretó a los 13' del complemento Raúl Maldonado, mientras que la igualdad, a sólo diez minutos del final y a casi nada del batacazo, la selló el pelado Omar Pérez. El primer tiempo fue decididamente malo. Hasta podrían haber jugado sin arcos. Todo fue muy lento, anunciado, sin ritmo, sin gancho para la gente que se aburrió de lo lindo. Lo de Boca en la primera mitad fue de muy floja producción, mientras que Belgrano tampoco hizo mucho para que el espectáculo sea mejor ya que sentía muy cómodo con el empate. Para peor (para Boca y el partido), Esteban González controló muy bien a Juan Román Riquelme, quien tuvo muy poco contacto con la pelota. El único momento en que el local inquietó a los necesitados cordobeses fue cuando por la derecha se juntaron Julio Marchant y Hugo Ibarra, pero las buenas intenciones de estos jugadores se deshacían en el área. La primera aproximación de Boca fue recién a los 19 minutos. Fernando Pandolfi la puso en profundidad al mellizo Guillermo, pero Marcelo Pontiroli llegó rápidamente abajo. Sobre la media hora llegó la mejor jugada de Belgrano con un tibio cabezazo de Lujambio y a los 35', una pared entre Pandolfi y Barros Schelotto fue mal definida por el ex jugador de Vélez. En el comienzo mismo del complemento Boca intentó acelerar el juego, algo que hizo sin ser efectivo más allá que Belgrano se replegó en el campo de juego. La primera chance de la segunda mitad, a los tres minutos, la tuvo Pandolfi, que se perdió uno de esos goles que es más fácil hacer que errar. Bueno, él hizo la más difícil. En plena levantada, cuando Riquelme tenía un poco más la redonda, Boca recibió un cachetazo terrible de parte de Belgrano. Centro larguísimo y preciso de Castillo que cabeceó el Bocha Maldonado. Allí los muchachos de Bianchi tomaron conciencia de la inesperada derrota y fueron decididamente a buscar la igualdad, con apuro y sin ideas, chocando permanentemente con uno de los ocho jugadores que defendía en Belgrano. Sólo un toque maestro de Riquelme salvó a Boca de una derrota que pintaba humillante al meter un pase perfecto entre unas diez piernas para que Pérez, sin dudar, venza a Pontiroli e iguale el tanteador. En el final las escenografias fueron similares. Por el lado del local el silencio acompañó cada paso de los futbolistas hacia el vestuario. En la visita, la cara de los jugadores se fue transformando a medida que conocían los resultados de los rivales directos por no descender y por eso, la sonrisa de satisfacción se convirtió en cien metros en amargura.
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