| | cartas Funcionarios eficientes
| La obra que tenía que hacer en mi casa de Funes era impostergable. Lo único que me detenía para realizarla era saber que también era inexorable conseguir el visto bueno y la colaboración de la Municipalidad. Malas experiencias, propias y ajenas, más un desprestigio de los funcionarios públicos me acobardaban. Suponía que los planes para mejorar la calle que circunda mi propiedad -y que se convertía en un pantano infranqueable con las más tenues lluvias- chocarían con la burocracia y el desinterés de funcionarios de la Municipalidad de Funes. Confieso que cometí el más habitual de los errores de un recién llegado: el prejuicio. Ya que debo reconocer que no encontré ninguno de los fantasmas que pensaba encontrar en el edificio comunal; por el contrario, tanto el intendente como el secretario de Obras Públicas de Funes tuvieron una excelente predisposición personal y mostraron ejecutividad en su función. Tuve la suerte de poder dedicarle a la obra las horas que pensaba dedicarle al tedioso trabajo de llenar formularios y perseguir funcionarios de Funes. Hoy, mis vecinos y yo podemos disfrutar de un camino transitable aún en los peores días de tormenta. Y esto no es poco para quiénes hemos apostado por Funes a la hora de construir un refugio de descanso para los fines de semana. Vaya entonces mi agradecimiento al intendente de Funes, a su secretario de Obras Públicas y operarios que realizaron el trabajo. Roberto Nannini
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