Casilda. - El flamante jefe del Pami local, Eduardo Amatta, reclamó a las autoridades nacionales de la obra social que se refuerce el escaso plantel de personal con que cuenta la residencia para ancianos Avelino Lotticci, donde solamente trabajan cuatro personas para mantener el edificio y atender a una veintena de abuelos.
El Concejo también se hizo eco del pedido a través de un proyecto de declaración que se trataba anoche al cierre de esta edición.
El geriátrico -ubicado a la vera de la ruta provincial 92, a unos dos kilómetros de esta ciudad- acarrea esta falencia desde 1997 cuando cinco de los nueve empleados que tenía la dependencia se acogieron a un retiro voluntario. Sin embargo, pese a los insistentes reclamos realizados,esos cargos aún no fueron cubiertos.
"La normalización del geriátrico Avelino Lottici es un tema prioritario para nuestra gestión", aseguró sin rodeos Amatta a una semana de haber asumido la titularidad del Pami casildense con el firme propósito de "estar al servicio de los afiliados", dijo.
Amatta venía desempeñándose al frente de la agencia que el instituto tiene instalada en Chañar Ladeado cuando fue designado como jefe del Pami local para sustituir a Graciela Turco, quien ocupó interinamente ese cargo durante más de un año y ahora retorna a la oficina de jurídica.
"Nombrar más personal para el hogar de ancianos es una cuestión de urgencia porque a los abuelos hay que cambiarlos, lavarlos y darles de comer. Este tema no puede esperar como un expediente arriba de la mesa", disparó Amatta con el ánimo de encontrar una respuesta a su pedido.
Oficina de cocina
Uno de los problemas que le trajo aparejado al geriátrico del Pami la falta de personal, se vio reflejado en el servicio de cocina ya que solamente la cena es preparada en el lugar gracias a la colaboración de trabajadores administrativos de la agencia, mientras que el almuerzo lo provee un empresa privada que ganó la licitación.
A Pami parece que le resultó más económico comprarle la comida a un particular, aunque sea únicamente al mediodía, que nombrar cocineros. Sin embargo esa postura le trajo varios dolores de cabeza y hace pocos meses atrás un grupo de ancianos sufrió una intoxicación de tipo alimentaria, tal como publicó La Capital meses atrás.
Ese inconveniente acompañado por las altas temperaturas del reinante verano ayudaron para que la comida siga preparándose a la noche en la cocina del geriátrico, aunque se desconoce hasta cuándo porque quienes cocinan, como se dijo, son administrativos que no tienen esa obligación.
Amatta prefiere que la comida se elabore en la cocina del geriátrico para mayor tranquilidad de los abuelos pero "hasta tanto no se nombre personal desde la sede central de Pami será difícil", aseveró. En esa misma, el funcionario línea valoró el esfuerzo que hacen los pocos empleados que posee la residencia de quienes dijo que "agotaron sus horas extras y ni siquiera pueden tomarse un día de licencia".
"Los abuelos prefieren que la comida se haga acá", dijo Gladys Marchisio, la única enfermera que tiene el Avelino Lottici, y quien junto a dos mucamas y un empleado de mantenimiento deben encargarse de atender a los ancianos y la residencia.
Conformes, pero falta
Los abuelos dicen estar conformes con el trato que reciben, pero el problema radica en que resultan insuficientes cuatro trabajadores para sostener el funcionamiento total de geriátrico, a pesar del meritorio esfuerzo que hacen.
El propio Amatta comentó luego de la primera visita que hizo al Avelino Lottici que se había encontrado con "los yuyos altos y el parque descuidado", y después reconoció que costará normalizar la situación.
"Todavía no encontré la forma de cubrir todas las necesidades del geriátrico con solamente cuatro personas durante veinticuatro horas", dijo el funcionario con total franqueza y para situar el problema en su real dimensión.