Un interesante trabajo realizado por la educadora ecuatoriana Rosa María Torres, también asesora de la Unesco, y publicado en su libro "Itinerarios por la educación latinoamericana" (Paidós, 2000) parece más que oportuno para intentar entender las razones que llevan a tomar decisiones como las encaradas por el ministro de educación santafesino, Alejandro Rébola: comenzar el año escolar el 5 de marzo para que los chicos tengan más días de clases, reducir la capacitación de los maestros a los horarios extraescolares o descontar los días que los docentes por razones gremiales dejen las aulas, entre otras.
Casi como una fórmula mágica de lo que debe entenderse por una reforma educativa, al aumento de los años de escolaridad obligatoria, se le ha sumado en distintos países de América latina, dice Torres, la promoción de más horas de estudio, de manera de convertir al número de días y horas en la escuela en una nueva categoría de comparación entre las naciones: los países industrializados rondarían las 1200 horas promedios de clases al año, en tanto que los del Tercer Mundo, promediarían las 880.
"¿Por qué tanto alborto con los días y horas de estudio? -se pregunta Torres- La preocupación que está detrás de todos estos conteos y comparaciones tiene relación con un supuesto básico: que a mayor tiempo de exposición a la enseñanza, mejor educación y mejores rendimientos de los alumnos". El factor tiempo sería en este caso, la variable que diferencia a los países del Primer y Tercer Mundo entre sí. Idea y datos, por otra parte, enfatizados por el Banco Mundial en más de un documento destinado a las políticas educativas de Latinoamérica.
Sin embargo, Rosa María Torres contrapone información recogida y analizada por la Oficina Internacional de Educación (OIE) de la Unesco, que muestra otros resultados. Entre ellos, por ejemplo, que el número de horas dedicado a los cuatro primeros grados en América latina y el Caribe es de 3.070, en tanto que en Europa Occidental es de 3.017 y Asia de 3.444.
"Es decir, siguiendo la hipótesis de más tiempo igual mejor...¡América latina debería estar mejor que Europa, y Asia mucho mejor que ambas!", reflexiona la investigadora. El análisis de Torres conduce inexorablemente a la cuestión clave: "¿Es cierto que más tiempo, en educación, equivale a mejor educación? La respuesta es no, no por sí solo, no a menos que el aumento del tiempo se acompañe con otras medidas. Sin cambios sustanciales en el currículo, en los enfoques y los métodos de enseñanza, la formación docente y la gestión escolar, más tiempo de instrucción escolar significa más de lo mismo, a más costo y sin garantía de mejora en los aprendizajes". A lo que suma también en su análisis la necesidad de mejorar las condiciones salariales y laborales de los docentes.
Propuesta "oportuna"
Sin dudas, la propuesta de que los chicos estén más días en la escuela, sin ningún tipo de interrupción es bienvenida en todos los sectores. Pero no puede dejar de advertirse que nunca fueron tan "oportunas", en especial para los padres, medidas como las emprendidas por la actual gestión de Rébola, cuando el lugar y prestigio de la escuela pública y sobre todo de sus maestros están tan castigados.
Sin embargo, sería interesante conocer cómo esta gestión llevará a cabo "la transformación educativa", en más de una oportunidad mencionada por el ministro Rébola, cuando, por ejemplo, a días de iniciarse las clases aún no se había conformado el equipo pedagógico que debería coordinar los cambios en la Región VI de Educación, la que concentra casi el 50% por ciento de la matrícula de la provincia. O bien cómo abrirá el diálogo con los maestros cuando desconoce permanentemente, al quitarle autoridad, la representatividad de un gremio elegido por los docentes; o cita a su despacho a quienes públicamente emiten una opinión contraria sobre la gestión que encara. Y por si fuera poco cuando, como dijo alguna vez una maestra, "cada vez son más los comedores con escuelas que las escuelas con comedores".
No se trata de sustituir -señala Torres- un simplismo por otro: afirmar que la clave está en más tiempo es tan ingenuo e irresponsable como afirmar que la solución está en menos tiempo. En ambos casos, la frase continúa con un depende...de todo lo que se haga para acompañar dicha medida. Porque según concluye el trabajo de la pedagoga, "más tiempo manteniendo el resto intocado, es más de lo mismo".