Mucho conocemos a raíz de los avances científicos y tecnológicos acerca de las enfermedades, pero poco hablamos sobre la salud. La salud es un estado que vamos construyendo día a día, con nuestra forma de vivir, de actuar, de pensar y de sentir. El concepto de salud es mucho más abarcativo que el sólo hecho de no tener síntomas físicos. Por ello, la medicina debe tomar a cada paciente como una unidad biopsicosocial. Hoy está comprobado que hay mediadores químicos (neurotransmisores) que son los mensajeros de nuestro cerebro. Nuestro estado emocional, psíquico, modifica la producción de estos neurotransmisores ocasionando cambios en nuestro cuerpo. Bien conocido es que situaciones placenteras provocan la liberación de endorfina, morfina endógena, que segrega nuestro cuerpo. Por el contrario, situaciones displacenteras (sobre todo persistentes) traen aparejadas modificaciones químicas, causantes del estrés, distimias, depresiones, cuadros ansiosos. Cuando estos estados emocionales perjudiciales a nuestro ser se instalan, predisponen u ocasionan enfermedades con las cuales están íntimamente relacionadas, como la hipertensión arterial, la diabetes, la obesidad, los trastornos de la conducta alimentaria (bulimia, anorexia). El vivir en esta sociedad de hoy los problemas sociales, económicos, los múltiples roles que debe cumplir la mujer de nuestros días, son factores que también influyen en que la salud se vea amenazada. Por eso la medicina de hoy debe apuntar a lo preventivo. Preventivo en cuanto a realizar campañas de detección de enfermedades, chequeos permanentes, controles médicos, campañas de vacunación, campañas de educación vial; pero también en cuanto educar, informar y formar a nuestros niños, jóvenes, adultos y ancianos, para que nuestra buena calidad de vida ocasione que estemos sanos no enfermos. La obesidad es una de las enfermedades crónicas más difundidas y cada vez más en aumento. Es una afección compleja, multifactorial, crónica; juegan en ella factores genéticos, hormonales, neuroquímicos, ambientales, psicosociales y culturales. Corregir la obesidad en un 10%, aunque no se alcance un peso ideal no obeso, es muy útil en lograr mejorías en su riesgo de salud. Riesgo de salud porque obesidad se asocia a diabetes, hipertensión, enfermedad cardiovascular, artrosis, apnea del sueño, infertilidad materna, complicaciones del parto y litiasis vesicular. La actividad física y la dieta son algunos de los pilares del tratamiento. Quienes aumentaron la actividad física y lo combinan con dieta hipocalórica mantienen su peso a largo plazo más fácilmente. Es importante incrementar el movimiento en la vida cotidiana: usar escaleras y no ascensor, caminar, cortar el césped, llevar a pasear al perro, abandonar un poco al automóvil o estacionarlo dos o tres cuadras del lugar de destino. Las actividades aeróbicas son aquellas que usan grandes grupos musculares del cuerpo (cadera, muslos) y elevan la frecuencia cardíaca. Estas actividades lo hacen entrar en calor, transpirar y respirar más fuerte, sin hacerle perder el aliento y sin hacerle sentir sensación de quemazón en los músculos. La caminata es la actividad de elección de la mayoría de los adultos. La actividad física previene otra enfermedad muy frecuente: la osteoporosis. Se trata de una disminución de la masa de hueso, a lo que se agrega un deterioro de la arquitectura del tejido, trayendo como consecuencia la susceptibilidad a las fracturas (muñeca, cadera, vértebra). El desafío es llegar a evitar ese deterioro progresivo. La prevención de la osteoporosis es posible fomentando la actividad física, la ingesta adecuada de calcio, terapia de reemplazo hormonal en la menopausia y en la vejez extremar los cuidados de no sufrir caídas. Una alimentación equilibrada, un aumento paulatino, de la actividad física, la creación de un mundo interno que permita hacer lo que nos interesa y que lo disfrutemos, el desempeño de un trabajo que nos haga sentir bien, la capacidad de interrelacionarnos con los demás en forma asertiva, son determinantes del buen estado de salud y de su mantenimiento. María Alicia Badillo, especialista en clínica médica terapeuta y educadora sexual
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