Manuel Baudhuin sorteó airoso los campos de batalla de la Segunda Guerra Mundial pero sucumbió de una manera absurda en una esquina del macrocentro de Rosario. El hombre que murió apuñalado anteayer tras ser emboscado por un muchacho de 18 años, que le arrebató la riñonera y el walkman, fue identificado por la policía recién ayer a la mañana: había nacido en Bélgica y tenía 67 años. Era un aficionado al atletismo y su agresor lo sorprendió mientras corría por uno de los confines del parque Urquiza. Justamente durante una de sus acostumbradas sesiones de aerobismo. Manuel había partido desde Bélgica para afincarse en Argentina poco después del final de la última gran guerra. Más tarde llegaría a Rosario, donde se casó con una argentina. El matrimonio se instaló hace un cuarto de siglo en un departamento del tercer piso de un edificio de Rufino Ortega 274 bis, a la altura de Abanderado Grandoli al 3500. En ese lugar también nació su hija, que hoy tiene 25 años. Baudhuin se ganaba la vida dictando clases particulares de francés y nunca consiguió despojarse de su acento extranjero. Su esposa, jubilada, trabajaba en el geriátrico provincial. Entre sus hábitos diarios, El Francés como lo conocían en el barrio, tenía el de salir a caminar por las calles del vecindario. También lo hacía por el parque Urquiza. Ayer a la mañana, sus vecinos hablaron de él con afecto. "Siempre pasaba corriendo en short y con el walkman", contó Roque, el propietario de una verdulería de la que Baudhuin era cliente habitual. El comerciante no sólo lo recordaba por su condición atlética sino por la prolijidad de su vestimenta. "A veces pasaba vestido con traje y un ataché". El domingo a las dos y media de la tarde, a pesar del agobiante calor y cuando la sensación térmica indicaba 43 grados, el profesor, que también enseñaba en la Alianza Francesa, decidió salir a correr por el parque Urquiza. Atrás había quedado la lesión que tuvo en una pierna después de que lo atropellara una camioneta. Llevaba una riñonera en la cintura y escuchaba música con un walkman cuando apareció un muchacho armado con un cuchillo, en la intersección de Chacabuco con Pellegrini, a pocos metros de la escalinata de la barranca. El joven entonces le exigió la riñonera, pero Baudhuin, casi instintivamente, se resistió y se trabó en lucha con el ladrón mientras los gritos del hombre alertaban a los vecinos. En medio de la pelea, cuando el aerobista estaba a punto de inmovilizar al ladrón recibió como respuesta una puñalada en el corazón. Susana Hang ocupa un departamento en el mismo edificio de los Baudhuin. Ella, que se moviliza en un sillón de ruedas por una discapacidad motriz, memora al hombre fallecido. "Era un tipo macanudo. Corría todo el año y siempre tenía la cara bronceada con un color dorado". La esposa del profesor ayer no estaba en la casa, pero, según contó Susana, antenoche debió reconocer a su marido en el Instituto Médico Legal. Por otra parte, dos mujeres que viven en Chacabuco al 1600 contaban que no habían presenciado el suceso, pero se quejaban de los continuos arrebatos que ocurren en la zona. A una cuadra, en Chacabuco al 1700, otro vecino aseguraba que los asaltos terminaron desde hace un mes desde que se incrementó el patrullaje policial mientras un móvil de la seccional 4ª estaba estacionado frente a su casa.
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