Año CXXXIV
 Nº 49.047
Rosario,
lunes  05 de
marzo de 2001
Min 28º
Máx 33º
 
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cartas
La ciudad que se destruyó dos veces

Cuando era niño, a fines de la década del 60, recuerdo que el "inevitable progreso" echó abajo la última casona de la época colonial que había en Rosario. Ahora contemplamos cómo el mismo "expansivo progreso" pulveriza los últimos vestigios de la segunda ciudad, creada por nuestros abuelos, los inmigrantes que poblaron estas tierras. Con esos ladrillos rotos muere un modo de sentir y vivir que nos identificaba, nuestra memoria. La construcción que se está demoliendo en el Paseo del Siglo da cuenta de que la locura continúa. Ahora Rosario es una ciudad más que amontona altos y vulgares edificios, reflejo de una modernidad racionalista y mercantilizada. El afiebrado lucro del sector inmobiliario, la permisividad de las autoridades, los mercenarios de la arquitectura, los seudourbanistas, los indiferentes, han hecho de Rosario, una ciudad sin atractivos. Los que gustan de las frases hechas, repiten que Rosario es una ciudad que "se hizo a sí misma". Quienes escriban la historia podrán acotar que también "se destruyó a sí misma". Las grandes ciudades no renuncian a la tecnología ni a la memoria. La ciudadanía no debe olvidar a los responsables del empobrecimiento, del asesinato de nuestra cultura. No podemos seguir siendo rehenes de los ávidos empresarios. Tomemos conciencia, todavía quedan cosas importantes por las que luchar.
Profesor Orfeo Pecci (h)


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