La rosarina Graciela Sacco, junto con Leandro Erlich, representará al país en la próxima edición de la Bienal de Venecia, que se inaugura en junio. La artista fue seleccionada por la curadora del envío argentino, Irma Arestizábal, quien eligió hablar sobre la mirada a través de dos creadores muy diferentes.
Este año, la Bienal de Venecia será toda Aperto es decir que no habrá una temática predeterminada, y Argentina con cierta sorprendente anticipación, si se piensa en la tradicional desorganización, ya ha definido curador, artistas y lugar de exposición. Una buena forma de festejar los cien años de la primera participación en la gran exposición internacional, que junto con la Bienal de San Pablo y la Documenta de Kassel, son considerados como los encuentros artísticos más importantes.
El núcleo de la exposición argentina estará en el Fondaco dei Tedeschi (actual edificio del Correo Italiano). Un edificio con historia ligada a la ciudad de Venecia, usado desde el siglo XII como depósito, albergue y lugar de paso exclusivo para los mercaderes alemanes. El Fondaco se levanta en el corazón de la ciudad, al lado del famoso puente del Rialto sobre el canal Grande, y es un típico palazzo del Renacimiento italiano, donde en el siglo XVI Giorgione y Tiziano pintaron al fresco estupendos desnudos que, entre ventana y ventana, aligeraban las fachadas.
Este predio albergará en su sector central la obra de los dos artistas argentinos. Según explica Arestizábal, eligió obras que, "con una mirada y una posición diferente con respecto al quehacer artístico, tienen puntos de encuentro: ambas reflexionan sobre la mirada, trasparentan nuestras características culturales, transitan por un mundo de sutiles ambigüedades y expresan formas del ver contemporáneo".
Erlich instalará en el lugar una curiosa pileta de natación, donde los espectadores podrán vivir la experiencia de caminar por el fondo y percibir toda la experiencia de estar bajo el agua pero sin mojarse. "Se trata de una isla de agua en la isla de tierra -acota Arestizábal-, especie de trompe l"oeil contemporáneo, que nos permite «estar bajo el agua» o frente al baño placentero. La obra habla, con gran humor, de las construcciones mentales, de los engaños visuales, de lo que está arriba-abajo, adentro-afuera, de lo que hay del otro lado".
En tanto, con ojos impresos en transparentes acetatos y acrílicos Sacco realizará "sutiles interferencias que recuerdan tantas visiones diversas y nos hablan de la necesidad de parar para ver. Ver, lo que entra por los ojos, el engaño de los ojos, la ciudad que se mira y se refleja, ver la isla de agua en la isla de tierra, ver a través y sobre el agua, el reflejo, el espejo".
Interferencias y compromiso
La curadora del envío argentino sostiene que una de las razones por la que eligió a Graciela Sacco es porque es una de las creadores que pone de manifiesto que en el arte contemporáneo también hay producciones comprometidas con la problemática social.
Arestizábal recuerda que al hablar de su proyecto en Venecia con la artista rosarina, ella le decía que "las ciudades, como los libros, pueden ser leídas e interpretadas. También pueden ser marcadas y señaladas como se marcan y señalan las páginas de una novela que no queremos olvidar, como se subraya un verso que queremos que perdure en nuestra memoria una vez que hemos cerrado el libro que lo contiene".
"Con esta idea y la convicción de que la memoria sensible sólo se hace visible en la fuerza del entorno -explica-, en las fronteras de aquellos espacios de cruce que contienen lo humano, en el espacio abierto donde todo transcurre y fluye, Sacco ve y nos señala curvas, luces, sombras y tesoros. Pensando la ciudad como soporte, como totalidad estética, lugar donde la materialización de ideas se hace posible desde un no-límite de la imagen, donde la práctica artística es una experiencia estética cotidiana (y ¿dónde mejor que en Venecia?) que se resignifica permanentemente en el cruce entre lo íntimo y lo público, Sacco coloca sutiles imágenes de ojos en lugares emblemáticos".
Partiendo del monumental espacio de la corte del Fondaco dei Tedeschi, donde habrá cantidades de ojos, la artista rosarina saldrá al espacio externo, a la calle, donde dispondrá sus enigmáticas imágenes que, integradas con el fondo, se propondrán como en "presencias inquietantes, en sombras perturbadoras a veces acusadoras".
"Sacco -agrega Arestizábal- ha ideado una interferencia muy sutil, casi imperceptible. En esta ciudad, donde la finalidad de cada pliegue es ser visto, ella colocará miradas que nos acecharán y nos asaltarán, como las miradas de los rostros de tantos capiteles y ménsulas de las iglesias románicas. Cruzando puentes, caminando por calli e campi, navegando por el canal Grande, encontraremos miradas que, irrumpiendo desde la piedra adonde están pegadas, o como sombras dibujadas por la luz, interferirán a nuestro paso".
Una pileta de natación en Venecia
Con un propuesta muy diferente, Erlich presentará en Venecia, una particular piscina, "una obra cargada de humor negro, de ambigüedad y, sobre todo, de intelectualización del mundo que son particularidades tan argentinas".
Arestizábal considera que con su pileta de natación, el artista "juega nuevamente dentro de ese límite entre exhibicionismo y voyerismo que tiñe toda su obra, reflexiona sobre el espacio físico y el psicológico, sobre la relación entre la obra de arte y el ready-made; acerca del rol de la escultura como una cosa de la vida diaria y de los objetos comunes como escultura, señala cómo un pensamiento lógico nos puede conducir a lo irracional".
Los espectadores se encontrarán con un gran cubo blanco en la corte del Fondaco dei Tedeschi. En la parte superior, unos centímetros de agua sobre una plancha de plexiglás cubrirá la "pileta" pintada de azul para dar la sensación de un contenedor lleno. "Al ingresar, asistimos así -explica la curadora- al cambiante temblor iridiscente del reflejo de las aguas de la piscina que se suma a la ondulación más amplia de las sombras luminosas del canal Grande. Caminando bajo el agua, nos movemos más libres de peso, vemos a través de ella, dudamos del principio de horizontalidad, nos sentimos pez como nuestro ojo, único órgano interno frío y húmedo, como el del pez".