Las pircas del Pueblo Viejo, también conocidas como Ciudacita, vestigios de una de las más importantes construcciones incaicas que hay al sur de Cuzco, se encuentran en lo más alto del Parque Nacional Los Alisos, en Tucumán. Están, exactamente, en uno de los extremos de un camino al que los pobladores de esa región del sudoeste tucumano llaman Camino del Inca. Los arqueólogos concluyeron que ese fue un complejo en el que se realizaban ceremonias religiosas y observaciones astronómicas. Lo cierto es que recorriendo las ruinas de Ciudacita se distinguen dos ámbitos bien diferentes. Uno de estos grupos edilicios es el recinto ceremonial, o Calasasaya -al que se entra por la Puerta del Sol- y el otro, el de la observación del cielo, recibe el nombre de Los Corrales. La vieja ciudad de los incas está en el camino de los pescadores que llegan al dique de Escaba, una obra hidráulica que fue inaugurada hace 50 años y ocupa 580 hectáreas en medio de una vegetación subtropical. Los deportistas aprecian la cercanía de este espejo de agua (128 kilómetros de la ciudad de San Miguel de Tucumán, por la ruta 38), y también la certeza de capturar buenos ejemplares de pejerreyes desde el altísimo muro de contención del dique. Cerca de este pesquero, pero sólo reservada a la audacia de quienes intenten llegar a ella cabalgando, está la laguna del Tesoro Escondido, uno de los sitios más bellos de Tucumán, al que rodean las cumbres nevadas del Aconquija. La laguna del Tesoro está a 1.700 metros de altura dentro del Parque Provincial Cochuna. El camino atraviesa bosques de alisos, cedros y laureles, cruza el arroyo El Soñador, y sus subidas son tan abruptas que el último tramo es necesario recorrerlo a pie. Desde allí se ven Los Nevados del Aconquija, montañas que forman el límite natural entre Tucumán y Catamarca. Muchos de sus picos, entre ellos El Clavillo, El Bolsón de los Cerrillos, El Tipillas y El Chimberi, superan los 5.000 metros. Para verlos mejor hay que llegar hasta el parador La Banderita, en el punto más alto de la cuesta El Clavillo, en la ruta que une Concepción con Las Estancias. Desde la cuesta se ve la grandiosidad de la llanura tucumana. En los alrededores de la laguna del Tesoro se realizan vuelos en parapente, y los émulos de Icaro encuentran soberbios paisajes para practicar el aladeltismo; otra buena opción es pescar truchas en las claras aguas del río Cochuna. El paisaje selvático en Tucumán es una constante que acompaña siempre a los viajeros. Los baqueanos dicen que "del monte no se escapa nadie", y agregan que dentro de la provincia el punto más remoto no supera los 200 kilómetros. Por eso el bosque El Cochuna es un atractivo en sí mismo; un intrincado circuito de sendas donde el sol apenas toca la densa vegetación -pródiga en helechos- y donde la primavera instala el rojo intenso de las azucenas. Toda una curiosidad. Son muy llamativos los bosques de altísimos nogales, cedros y laureles, y en medio de esos gigantes las cactáceas colgantes, los líquenes y el musgo. Una confusión visual que el silencio absoluto profundiza. Para entender por qué lo llaman el bosque de la fantasía. El eje urbano de este circuito por el sudoeste tucumano es la ciudad de Concepción (76 kilómetros al sur de la capital) cuyo desarrollo económico y comercial la ubica como la segunda ciudad en importancia de la provincia. Informes, teléfono (0381) 4222199 y línea gratuita 0800-555-8828, de la Secretaría de Turismo de Tucumán.
| Las pircas de Ciudacita donde se hacían ritos religiosos. | | Ampliar Foto | | |
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