Jugar bien es la premisa fundamental para ganar los partidos, aunque hay veces en que la victoria llega acompañada de otros atributos. Y Argentino, que no jugó un gran partido, le sumó a su juego un ítem fundamental: las ganas. El esfuerzo, la entrega y el corazón que dejó el salaíto en la calurosa tarde del José Olaeta fue el mayor justificativo del 2 a 1 a su favor.
Las ganas de sentirse protagonista fueron claras desde el vamos. El salaíto salió a presionar de tres cuarto de cancha hacia adelante y por eso no extrañó que a los 3' Cortalezzi quedara mano a mano con el arquero visitante, el que terminó ganando el duelo. Distinto final arrojó la jugada del alto atacante siete minutos más tarde, porque Ojeda lo vio buscando el hueco en la defensa de Brown y metió un milimétrico pase de más de treinta metros para que el "9" fusilara a Gómez.
Una tarde tranquila
La tarde pintaba bien, tranquila, pero lentamente Argentino se fue quedando. Los volantes de Brown comenzaron a ganar a espaldas de Fernando Gómez y eso provocó que se arrimaran al arco de Barrios. La más clara fue a los trece, cuando Montú cometió un penal infantil sobre Navarro, pero que Grecco se encargó de ejecutar como la mona.
La historia pudo haber sido otra, pero todo seguía igual. Argentino ya no era el mismo de antes, ya no llegaba con tanta claridad. Así y todo se las ingenió para marcar el segundo. Entre Cortalezzi y el arquero Gómez se encargaron de desviar el córner de Mellado y Montú, entrando sólo por el fondo, sólo tuvo que empujarla. Pero la tranquilidad se transformó en misterio un minuto más tarde, luego del descuento de Grecco.
Y la ejemplificación de lo que fue el partido se dio en el segundo tiempo. Brown, como era de esperar, arriesgó un poco más y tuvo sus chances, mientras que el salaíto, además de la búsqueda constante del tercer gol, trabajó a destajo para conservar la diferencia.
Así, lentamente, el albo fue construyendo una victoria importante, tanto en lo deportivo como en lo anímico. Tuvo sus aciertos y sus errores, pero lo más importante fue que en ningún momento sintió que había definido el partido y tampoco se dejó llevar por delante. Arriesgó cuando tuvo que hacerlo y se cuidó cuando lo necesitaba, y para ello tuvo que hacer un desgaste supremo, pero el esfuerzo tuvo su premio. Los tres puntos quedaron en casa.