Cristian Hernández Larguía (*)
Con fecha 15 de enero de 2001 La Capital publicó una entrevista realizada a quien esto escribe, y en la cual, entre otras cosas, me refería a la actividad nazi en nuestro país haciendo hincapié en un caso del que fui testigo en mi niñez: la nazificación del Colegio Alemán de Rosario (Deutsche Schule). Personas allegadas al actual Colegio Alemán se esmeraron en hacer aparecer dichas declaraciones como típicas divagaciones de un octogenario en mal estado. Por suerte me encuentro en buen estado, y si bien es cierto que mi memoria nunca fue buena, hay cosas que nunca olvidaré y que nadie debiera olvidar: la barbarie nazi-fascio-franquista. Es mi norma realizar declaraciones de lo que conozco por experiencia personal directa. Eludo hablar por boca de ganso. El caso de las pintadas nazis del Colegio Alemán, que por otra parte no me han sorprendido en lo más mínimo, me urge a dar algunos detalles que he podido reconstruir gracias a la imprescindible ayuda de mi hermano Iván, el memorioso. La Deutsche Schule era un excelente colegio en el que tuve el privilegio de cursar los primeros seis años de la escuela primaria. La dirección estaba a cargo de Herr Rohn, persona de vasta cultura y profundos conocimientos en los más variados tópicos, Cruz de Hierro como combatiente de la Primera Guerra y fervoroso partidario de la República de Weimar. Lamentablemente, debió luchar con las ideas y tendencias contrarias que llegaban vía ciertos sectores de la colectividad alemana vinculados a la conducción del colegio, un verdadero conjunto de nazis. A pesar de todo, Herr Rohn se las arregló para llevar a cabo la difícil tarea de mantener la enseñanza alejada del nazismo imperante. El principio del fin comenzó a vislumbrarse con la misteriosa llegada de dos maestros de Alemania hitleriana: Lonhard y Reinhardt. Vayamos a Reinhardt. Este era nada más y nada menos que un capitán de la siniestra y temida SS, disfrazado de profesor de gimnasia. Como profesor de la materia transformó las clases en clara y definida instrucción militar, característica de la Hitlerjugend (Juventud Hitleriana). Esos ejercicios se realizaban entonando marchas-canciones alemanas que pasaron paulatina y disimuladamente de las tradicionales a las francamente nazis. En determinado momento el Hauptmann SS decidió sacarse la careta y comenzó la enseñanza de dos himnos nazis. Fue durante uno de esos ejercicios militares y mientras entonábamos uno de esos himnos ("Steige Hoch"), que Herr Rohn apareció en la galería del patio y dijo: "Mientras sea director de este colegio, esta canción no se canta aquí". Fueron sus últimas palabras como director. Paulatinamente, todos los que no adherían a las ideas del "nuevo orden" fueron relevados de sus cargos y comenzó así la era francamente nazi del querido colegio. No está demás destacar que la colectividad alemana local nucleada en el Club Alemán, una cueva de nazis, abandonó a su suerte a Herr Rohn y lo trató como a un apestoso al cual no convenía siquiera acercarse. Una persona de sus dotes intelectuales debió ganarse el sustento en un oscuro cargo en la Facultad de Ingeniería. Hasta aquí la verdad y sólo la verdad. Las declaraciones de la rectora del Colegio Alemán resultan sorprendentes, por decir lo menos: "... no hay absolutamente nada de lo que se puede pensar respecto al pronazismo de esas manifestaciones. Los adolescentes ... están muy rebeldes". ¡Los adolescentes están muy rebeldes...! ¡Señora, ahora quien divaga no soy yo! Usted tiene en su colegio una muy bonita penetración nazi. Minimizar tan grave hecho con estos argumentos es alarmante y se parece bastante a pretender cubrir el cielo con un harnero. No es casual, tampoco, que otro caso de similar gravedad y naturaleza acaecido en nuestra ciudad se haya producido en un colegio de tradición fascista: la Dante Alighieri. No es casual, tampoco, que en ambos casos las autoridades pertinentes trataran de mirar para otro lado y restaran importancia a los hechos. Señora, usted tiene un grave problema, enfréntelo. Quien o quienes realizaron las pintadas pronazis y antisemitas sabían lo que hacían y por qué lo hacían. Pretender calmar los ánimos diciendo que las pintadas ahora fueron cubiertas no es el quid de la cuestión. Usted se limitó a esconder momentáneamente las ideas para salir del paso, pero esas ideas persisten en las mentes enfermas de quienes las realizaron. Puedo entender la preocupación de las actuales autoridades del Colegio Alemán por la carga colectiva de culpa que podría llegar a asumir, pero no reconocer los errores del pasado supone la funesta posibilidad de repetirlos. (*)Ex alumno del Colegio Alemán y director del Coro Pro Música de Rosario
| Las pintadas ya no están, pero el debate continúa. | | Ampliar Foto | | |
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