El blindaje ya no tiene el impulso de diciembre cuando se lo anunció urbi et orbi como soporte de un programa de crecimiento sostenido y aventando las luces rojas de la cesación de pagos.
La crisis financiera en Turquía, una mezcla de disputas entre un presidente de derecha y un primer ministro socialdemócrata con un trasfondo de corrupción en escala y presa de la especulación de poderosos grupos extranjeros, puso de relieve una vez más que cada sacudón externo, aun el más lejano, desnuda la fragilidad de la economía argentina, aunque no de sus bancos, en gran medida porque son extranjeros. Solo parecidos formales hay entre el otrora imperio y la Argentina, excepto que puede ser también en algún momento blanco de los especuladores financieros internacionales si su economía se debilita demasiado.
Es lo que se teme que ocurra. Hay nuevas caídas de la producción y se modifican casi todas las variables internacionales que semanas atrás eran alentadoras. Los cálculos de crecimiento ahora se estiman por debajo del modesto 2,5% previsto en el presupuesto del 2001 y poco tienen que ver en la rebaja los sacudones especulativos en Ankara.
Tan delicada como esta realidad es la intolerancia de algunos espacios de peso al pensamiento diferente. Si desde el sector político de la Alianza, de sus líderes sin cargos oficiales pero influyentes, llegan apreciaciones que molestan a grupos de poder o del entorno presidencial, se inicia contra ellos, preocupados por la marcha de las cosas, una campaña de hostilidad que le ha hecho decir a Raúl Alfonsín: "Cada vez que hablo, me retan". Y, de hecho, se suspendió la verba fuerte y aguda de Carlos "Chacho" Alvarez para no aparecer entorpeciendo a un presidente con el que están cada vez más descontentos. Con todo, ambos bajan línea clara a favor de la coalición.
En enero, bajo los hados del blindaje, la Alianza pareció encontrar una convivencia entre el presidencialismo fuerte de la Carta Magna y las necesidades de consultas con los integrantes de la coalición. Fue cuando se conformó el Grupo de Trabajo pero, apenas salen de su seno divergencias, los intolerantes dicen que Fernando de la Rúa está condicionado y convierten la intriga en una nueva crisis interna, en la expansión de la mufa.
La hegemonía presidencial
El gobierno es Fernando de la Rúa y la Alianza va camino a transformarse en simple respaldo político-parlamentario, lo que carece de destino. Menos aún si cada palabra de disenso irrita a los mercados y transforma el pluralismo en pensamiento único. Es lo que sucede alrededor del presidente del Banco Central Pedro Pou, eyectado a un primer plano por su supuesta complacencia ante operaciones de lavado de dinero que se atribuyen a dos bancos de personajes vinculados al anterior gobierno y parte de una investigación parlamentaria en los EEUU. En rigor Pou ya estaba caminando con frecuencia los pasillos de los tribunales por acusaciones de diputados por la forma que manejó situaciones que afectaron a varios bancos, lo que de por sí debería preocupar al gobierno y al Senado nacional. Reclamos como los de la diputada Carrió, Alfonsín o Chacho para que se investigue si hubo complicidades en el lavado no son un espantapájaros para el dinero externo. Seguramente una aplicación más cabal de la ley contra procedimientos ilegales haría que los capitales oscuros buscaran otros destinos. Bienvenido que así ocurra pues brindaría seguridades al capital de riesgo y productivo de que en Argentina las reglas son transparentes. Pero deben ser claros también los procedimientos políticos. La puesta en funcionamiento de la comisión bicameral que bajo la dirección del senador Mario Losada investigará al Banco Central tuvo momentos con fuerte respaldo presidencial con otros de ambigüedad. Pou en un reportaje señaló que es la evasión y no el lavado de dinero espurio o del narcotráfico la gran tragedia argentina, arrojando el fardo a la Afip. Su titular, Héctor Rodríguez, le respondió con dureza. Pero en lugar de recibir solidaridades, escuchó reproches del jefe de Gabinete Chrystian Colombo porque no consultó si era prudente hacer esa manifestación en ese momento.
En la reunión semanal del gabinete, la ministra Graciela Fernández Meijide preguntó claramente "qué hacemos con Pou"; no encontró la luz que demandaba. Tampoco la vieron los miembros de la mesa del bloque de la Alianza que un día después tuvieron una fuerte reunión con Colombo tanto por el hombre del Banco como por la reforma de la ley previsional, que entró otra vez por el camino de la dureza del Frepaso al decreto de necesidad y urgencia que aprobó los cambios. Si el poder político no tiene la decisión de avanzar claramente en despejar de nubarrones el horizonte, harán poco los informes que llegarán desde Washington. El subcomité del senador Levin (que se negó a anticiparle algunas de sus conclusiones a los requerimientos del gobierno) dejará encendidos los focos sobre qué bancos argentinos hacían negocios ilegales con el Citi Corp y desarrollará la operatoria aplicada. No habrá nombres oficialmente (pero puedan llegar a manos de la diputada Carrió). En uno y otro caso se iniciará un proceso con elementos firmes que requieren definir qué desean hacer con ello los argentinos.
Lo que se requiere
Hay antecedentes negativos. En la Corte Federal de Camden, Nueva Jersey, está localizada hace tiempo la investigación de la "mafia del oro". Uno de los directores del banco Baires, de la familia Piana, está preso. Mezclado con la estafa al Estado argentino y al fisco de los EEUU está procesado Luis María Mazzioti. Sin embargo este señor no está nombrado en la causa federal 17.551. El juez norteamericano Joseph Irenas le preguntó al fiscal: "Por curiosidad ¿se está procesando a esta gente en la Argentina?". La mayor estafa al Estado argentino permitida desde el poder, que se conoce desde 1995, por años durmió aquí el sueño de los justos. ¿Eran otros tiempos? \De la necesidad de voluntad política se hablará cada vez más. Dentro de la Alianza no hay acuerdo para compatibilizar proyectos sobre reforma política, porque -dicen en el frentismo-, "los radicales quieren una redacción difusa, no lo suficientemente terminante, del dinero que no pueden recibir los legisladores, por caso, dar subsidios, becas, ayudas a escuelas, que son instrumentos del clientelismo político". En todos lados se cuecen habas. Chacho arengó a 120 legisladores del Frepaso para que no dejen que los grandes intereses supediten a la política y sacudió a algunos diputados bonaerenses por no haberle puesto la lupa a supuestos negociados en tiempos de Eduardo Duhalde.
La salida de Dante Caputo de la Secretaría de Ciencia y Técnica cuando parecía haber madurado un proyecto suyo para controlar solo lo referente a informática, derivó en una batalla por el control de ese sector. Quedaría dentro de la Secretaria de Comunicaciones por una gran participación de "Aíto" de la Rúa, apasionado por el tema aunque desde el punto de vista comercial. El ex canciller no se fue por sus serias dificultades con la comunidad científica en los primeros meses de su gestión, sino porque el área que quiso controlar y que lo obsesionó desde un primer momento desató un conflicto de intereses. No fue defendido por los suyos y, como tomó individualmente la decisión de irse, dejó ofendidos a Chacho y al titular del PSP, Rubén Giustiniani. Pero esto solo sería nota de color si no hubiera detrás sospechas que pueden estar pujando negocios privados protegidos desde el poder. ¿Tiene la Alianza voluntad política de enfrentar este mal en la cuna? \La confirmación del senador Mario Losada como presidente provisional del Senado fue decidida por el peronismo una vez que tuvieron la seguridad de que Antonio Cafiero no recibiría ningún cargo directivo con apoyo radical. Luego hablaron por teléfono con ellos De la Rúa y Alfonsín. El ex presidente cenó con Eduardo Menem, Carlos Corach, Eduardo Bauzá, tertulia no infrecuente donde se charla con mayor crudeza de los asuntos públicos. Esta fue a pedido de los peronistas y se abordó el lavado de dinero, la pesquisa de la diputada Carrió y que nadie la controla, hubo opiniones preocupantes sobre la marcha del gobierno y por la situación del Senado, el nombre de Chacho anduvo rondando. La cena fue en casa de Arnaldo Kleiner, operador del radicalismo en el Poder Judicial donde hay novedades por el caso de los sobornos. El juez Gabriel Cavallo, con antecedentes dignos de ser resaltados, se ha dado a la tarea de revisar todo el expediente que mal investigó el juez Carlos Liporaci.
El procesamiento al senador Ricardo Branda irritó no solamente en el justicialismo, aunque nunca se debe generalizar. Pero la suspensión del juez Liporaci puso en alerta a otros magistrados, con mochilas con pedidos de juicios políticos. Es probable que puedan estar ilusionándose los que piensan que los latigazos que a derecha e izquierda aplica Carrió, más las otras novedades, particularmente la de Cavallo, pueden abrir un nuevo escenario en la Justicia. Pero personas serenas piensan que hay que aguardar cambios importantes. Si esto ocurre en el caso de los supuestos sobornos y alrededor del lavado, muchos estantes comenzarán a moverse.
El peronismo esboza un proyecto
Son novedades a seguir, de la misma manera que la conflictividad social que tuvo en la marcha de los desocupados al Ministerio de Trabajo un antecedente de lo que puede ocurrir. "Nos echaran la culpa a mí y a Patricia (Bullrich)" alertó Graciela al gabinete antes de esa peregrinación de 25 kilómetros. Es poco lo que las dos, más allá de juicios de valor sobre sus gestiones, tienen para enfrentar la marejada que puede ser letal para las aspiraciones de la Alianza, especialmente en la provincia de Buenos Aires. Hoy está en duda que Alfonsín acepte ser el candidato a senador. "¿Cuál será tu discurso, Raúl?", le dicen quienes lo quieren. Pero es prematuro.
El encuentro de los tres gobernadores presidenciales en Rosario es el hecho político más relevante en semanas. Es un frente común que esboza una alternativa económica y social, aún genérica pero que trata de ser diferente; aísla (o intenta hacerlo) a Carlos Menem en los distritos más poderosos, se convierte en un polo de atracción política más allá de las fronteras justicialistas. En Rosario se habló de ir marchando a un mercado común interprovincial sui generis; habrá que ver si la imaginación no es superior a sus posibilidades, pero al menos, exhibe algo original a la simple política menuda.
Es probable que la lectura sobre el futuro de esta alianza que hizo cada gobernador en la intimidad no sea la misma. Carlos Ruckauf exhuma optimismo y cree que en lo personal le ha dado un fuerte mandoble al ex presidente. Pero especialmente piensa que los tres, más otros gobernadores, pueden ser, más temprano que tarde, una apoyatura para De la Rúa, a cuyo éxito pueden acudir porque les va su propio futuro, en el caso de que los reagrupamientos dentro de la Alianza o la realidad económica hagan que las campanas de la historia suenen para un acuerdo de amplia base e impedir que el bache que se presenta en el camino culmine en un abismo.