Año CXXXIV
 Nº 49.039
Rosario,
domingo  25 de
febrero de 2001
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San Luis: Aires comechingones
Sol, sierras y cielo limpio, además de otras opciones que multiplican la oferta a la hora de elegir dónde descansar

Marcela Isaías

A poco más de 600 kilómetros de Rosario y acostada sobre las sierras de los Comechingones se encuentra la Villa de Merlo. Famosa por su microclima, la localidad de la provincia de San Luis es una de las opciones turísticas que suma año a año más visitantes. Esto no pasa inadvertido para quienes fomentan la entrada de la Villa en la lista de opciones de vacaciones o paseos. Así, a una reciente y moderna estación terminal que recibe visitantes de todas los puntos del país, en especial de las provincias de Santa Fe, Buenos Aires y Mendoza, se sumará este año la inauguración de un aeropuerto internacional.
Por otra parte, se advierte una fuerte inversión en caminos que, por ejemplo, llevan hasta la punta de la montaña sólo para mirar el sol. Este es el caso del Mirador del Sol, apostado en un ubicación invalorable que permite admirar no sólo la extensión de la villa, sino también el horizonte del valle de Conlara, y en días sin nubes, el mismo embalse Río Tercero (provincia de Córdoba).
Es también fácil de reconocer el crecimiento inmobiliario, con chalets y casas acondicionadas para el turismo a lo largo de las zonas conocidas como El Rincón, Rincón del Este y Piedra Blanca; muchas de estas viviendas ubicadas en barrios residenciales y countries privados como el exótico Chumamaya.
Sin embargo, la belleza mayor de Merlo no está sólo en sus barrios y residencias, sino en el paisaje natural y su clima, no por casualidad tan publicitado. Más allá de las oportunas promociones, en Merlo llueve, hay sol, hace frío o calor como en cualquier lugar. Pero lo que hace diferente a la villa de otras regiones serranas es su aire verdaderamente puro, con alto contenido de ozono que se convierte en un factor más que saludable.

Balnearios y paseos
Entre los balnearios de la Villa de Merlo, acostados sobre el arroyo del Rincón, se encuentra El Salto del Tabaquillo, una caída de 18 metros de altura a la que sólo se accede luego de una caminata de aproximadamente 90 minutos, con un guía de por medio. La entrada al salto está ubicada sobre la ruta Nº5, la misma que concluye en el Mirador del Sol. Para quienes no deciden hacer este trekking, las opciones están en las ollas naturales formadas entre las piedras del arroyo, de aguas cristalinas.
Para otro lado de la villa, sobre el mismo camino que desemboca en Piedras Blancas, uno de los barrios más tradicionales de Merlo, está el trayecto que lleva a Pasos Malos, paraje y balneario de similares características que El Salto del Tabaquillo, ubicado a unos 1.300 metros sobre el nivel del mar.
El Parque Recreativo de Merlo es otra de las opciones imperdibles, sobre todo para quienes viajan acompañados de chicos. Cuenta con pileta de natación, canchas de voley, tenis, fútbol, básquet, entre otros campos deportivos, espacio para matear y atractivas instalaciones de juegos infantiles.
Merlo suma otros balnearios dentro de los límites de su villa, sin embargo las alternativas para conocer se extienden por mucho más: sólo en un radio de 40 kilómetros, las opciones se multiplican y compiten por sus campings y atractivos para pasar el día. Entre éstas vale citar el Chorro de San Ignacio, en Villa Larca: una pileta artificial con unos tres metros de profundidad y trampolín recoge el agua transparente y fresca del arroyo, y permite practicar a gusto la natación. En tanto que una más menos profunda es la elegida por los más chicos. A poco de andar entre las sierras se llega al Chorro de Ignacio, un caudal de agua que se desprende entre la montaña e invita fotografiar el lugar. El paisaje se repite una y otra vez en localidades como Los Molles, en su balneario El Talar; en Villa Elena, más conocida por sus incomparables hosterías y cabalgatas; en Carpinterías, una localidad a menos de 20 kilómetros de Merlo, pequeña, pero que también ofrece un balneario al pie de la sierras.

Más opciones
Otras opciones en la Villa de Merlo son la variedad de deportes que durante todo el año se practican: caminatas, parapente, rappel (colgarse desde una soga por la ladera de la montaña), mountain bike, cabalgatas y el famoso paso tirolés, nada menos que cruzar de un cerro a otro sujetos a un cable. Y por supuesto, para los que gustan de la lectura, el paisaje natural compite con las páginas de cada libro, pero crean un clima especial que invita a pasar varias horas leyendo.
Precisamente, ubicado en el barrio de Piedra Blanca, se encuentra Puerto Almendro. El lugar es mencionado cada vez que se pregunta por una librería. Sin embargo, ofrece algo más que un simple sitio de compras: es un espacio donde se mezclan la música, la charla con escritores, recitales de poesías y una sala infantil de lectura y juegos de mesa.
Un recorrido por la villa permite también descubrir puestos de artesanías, en tanto que por las noches las calles que bordean a la plaza central se convierten en peatonal, con mesas acomodadas al aire libre. Al margen de estas todas estas opciones, para disfrutar de Merlo sólo basta levantar la vista para mirar las estrellas y el cielo límpido de su aire.

El árbol de la vida eterna
Entre los balnearios de la Villa de Merlo, acostados sobre el arroyo del Rincón, se encuentra El Salto del Tabaquillo, una caída de 18 metros de altura a la que sólo se accede luego de una caminata de aproximadamente 90 minutos, con un guía de por medio. La entrada al salto está ubicada sobre la ruta Nº5, la misma que concluye en el Mirador del Sol. Para quienes no deciden hacer este trekking, las opciones están en las ollas naturales formadas entre las piedras del arroyo, de aguas cristalinas.
Para otro lado de la villa, sobre el mismo camino que desemboca en Piedras Blancas, uno de los barrios más tradicionales de Merlo, está el trayecto que lleva a Pasos Malos, paraje y balneario de similares características que El Salto del Tabaquillo, ubicado a unos 1.300 metros sobre el nivel del mar.
El Parque Recreativo de Merlo es otra de las opciones imperdibles, sobre todo para quienes viajan acompañados de chicos. Cuenta con pileta de natación, canchas de voley, tenis, fútbol, básquet, entre otros campos deportivos, espacio para matear y atractivas instalaciones de juegos infantiles.
Merlo suma otros balnearios dentro de los límites de su villa, sin embargo las alternativas para conocer se extienden por mucho más: sólo en un radio de 40 kilómetros, las opciones se multiplican y compiten por sus campings y atractivos para pasar el día. Entre éstas vale citar el Chorro de San Ignacio, en Villa Larca: una pileta artificial con unos tres metros de profundidad y trampolín recoge el agua transparente y fresca del arroyo, y permite practicar a gusto la natación. En tanto que una más menos profunda es la elegida por los más chicos. A poco de andar entre las sierras se llega al Chorro de Ignacio, un caudal de agua que se desprende entre la montaña e invita fotografiar el lugar. El paisaje se repite una y otra vez en localidades como Los Molles, en su balneario El Talar; en Villa Elena, más conocida por sus incomparables hosterías y cabalgatas; en Carpinterías, una localidad a menos de 20 kilómetros de Merlo, pequeña, pero que también ofrece un balneario al pie de la sierras.



El Mirador del Sol permite admirar el Valle de Conlara.
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