Las memorias de María Antonia Abad, conocida en España y toda Iberoamérica como Sara Montiel, escritas con la colaboración de Pedro Manuel Villora, develan la vida de la actriz, cantante y sex symbol, y reflejan además una galería de célebres personajes del siglo XX, que alguna vez se cruzaron con la diosa manchega.
Nacida el 10 de marzo de 1928 en Campo de Criptaba, Ciudad Real, Sara Montiel conservó imborrables sus recuerdos de Orihuela (Alicante), donde pasó la mayor parte de su infancia y adolescencia.
Allí comenzó a delinearse la artista, tras la niña que con un fondo de cabezas de moro de una colcha de su madre cantaba para sus amigas. A los siete años abandonó su pueblo, rumbo a Orihuela y no tardó en presentarse arriba de un escenario.
A los dieciséis años conoció en Madrid a Miguel Mihura, autor de teatro, guionista, de quien se enamoró, aunque él era mucho mayor que ella. "Miguel flipó por mí y yo por él, pero él lo hizo de una manera más responsable, más cariñosa y dulce que yo", escribe Montiel, en esta "Memorias" publicadas por Plaza y Janés.
En ese tiempo comenzó de manera modesta su carrera de actriz de la mano de Ladislao Vajda, quien le dio su primer papelito en "Te quiero para mí" y luego vino "Empezó en boda", con Fernando Fernán Gómez. Por ese entonces dejó el nombre artístico de María Alejandra, para adoptar el de los manchegos campos de Montiel.
Luego de su contrato con Cifesa, en 1945 filmó "Bambú", con la participación de su adorada Imperio Argentino. A ese rodaje le siguieron papeles pequeños, hasta que se enfermó y debió pasar un año en un sanatorio antituberculoso.
Sin triunfar en España, Sara llegó a México, donde vivió seis años. Allí conoció a Luis Buñuel y a León Felipe. "León me puso a estudiar y me mandaba deberes. Por ejemplo, él estaba muy interesado en que conociese la figura de Malinche y su relación con Moctezuma", cuenta.
"Lo que leía, lo copiaba; y luego León corregía mi lectura y lo escrito. Y de este modo, gracias a León, hacía tres cosas a la vez: leer, escribir y aprender sobre México", recuerda sobre el poeta, que ya sexagenario pasó largos años sumido en un amor no correspondido hacia la Montiel. La necesidad de una figura paterna, desaparecida muy al principio de su carrera, según sus propias interpretaciones, la llevó siempre a relacionarse con hombres mayores.
Las plumas enamoradas
Escritores como Alfonso Reyes, Pablo Neruda, Octavio Paz, Max Aub y Gabriel García Márquez y pintores como Diego Rivera y Frida Kahlo, entre otros, se cruzaron por la vida de la manchega, en las famosas tertulias de México. Allí conoció a Juan Plaza, español, comunista, escritor y crítico de cine, con quien tuvo una historia de amor.
Desde 1951, cuando viajó a Nueva York a cantar, comienza su etapa más internacional y conoce al amor de su vida. "Con Severo Ochoa tuve un amor que nació herido. El nuestro fue un amor imposible", una relación clandestina que duró cuatro años.
"A sus 46 años, Severo Ochoa era un monumento de cine. Y además era simpático, chistoso, alegre... me quedé obnubilada por él", escribe sobre él.
Sus trabajos en Hollywood comenzaron con "Veracruz", de Robert Aldrich, bebió daiquiris con Gary Cooper en un bar -"allí nos besamos y hablamos mucho"- pero renunció a este incipiente amor, al enterarse de que el actor había participado en el Comité de Actividades Antiamericanas.
Su primer marido, Anthony Mann, la dirigió en "Dos pasiones y un amor", una película en donde se negó a que le embetunaran la cara para hacer de mexicana.
En Cuba -donde rodó filmes como "Frente al pecado de ayer" o "Yo no creo en los hombres"- conoció a Ernest Hemingway, quien la llamó la bella segoviana, "porque durante la Guerra Civil había estado en Segovia con los milicianos, y estaba fascinado por aquella ciudad".
"En una ocasión fuimos a cenar a un restaurante detrás del malecón y después me llevó a su casa e hicimos el amor..... para mí era cuestión de un placer pasajero, de algo demasiado pequeño incluso para ser llamado una aventura", confiesa de quien la introdujo en el placer de fumar puros.
En 1956 terminó de filmar "Yuma", su última película en los Estados Unidos, y llega el proyecto de «El último cuplé»: "tenía ya 28 años y empezaba a verme mayor", asegura.
Dirigida por Juan Orduña, Sara Montiel arrasó con esta película y se convirtió en un fenómeno cinematográfico en España.
Divorciada de Anthony Mann y luego de un romance con el actor Maurice Ronet, Sara contrajo matrimonio con José Vicente Ramírez, en 1964, catalogado por ella como el gran error sentimental de su vida.
Pero más tarde llegaría su feliz matrimonio con el empresario mallorquín Pepe Tous (en 1979), a quien estuvo unida durante 22 años, con quien tuvo a sus dos hijos adoptados, Thais y Zeus.
Las memorias de Sara Montiel finalizan con el recuerdo de la muerte de su madre, fallecida el 24 de julio de 1969. "Hoy quisiera seguir hablando con ella, contarle cosas de mi vida, de esa vida que ella me dio para que yo la viviese libremente y a mi manera, pero sin hacer daño a nadie", dice.
El libro, de lectura rápida, es un muestrario de lo que significaba para una latina triunfar en Hollywood, pero a la vez es un muestrario de la curiosidad intelectual de una de las mujeres más bellas del siglo XX. Algunos pueden pensar que los escritores no son tontos y que saben elegir a las bellas mujeres. Lo fascinante de este caso es que la hermosa manchega se nutrió de ellos y los dejó enamorados para siempre