Año CXXXIV
 Nº 49.039
Rosario,
domingo  25 de
febrero de 2001
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La firme determinación de no cambiar
Andrew Graham Yooll retrata la inmigración inglesa

Mora Cordeu

En "La colonia olvidada", libro publicado en inglés en 1981 y actualizado ahora para su primera edición en español, el periodista y escritor Andrew Graham-Yooll aborda el derrotero de la inmigración británica en Argentina desde la llegada de los pioneros hasta la creación de los ferrocarriles y el conflicto bélico de Malvinas.
"El libro procura rescatar el legado comercial y cultural de la comunidad británica a lo largo de tres siglos", explicó Graham-Yooll, descendiente de padre escocés y madre irlandesa, quien se desempeña actualmente como senior editor del Buenos Aires Herald.
Según el escritor, "la colectividad no sólo ha sido importante en el ámbito financiero o industrial a través de las líneas férreas, la concepción de puerto o los frigoríficos sino que ha tenido además una fuerte presencia en el desarrollo agrícola, sobre todo en regiones como Santa Cruz, Chubut, Entre Ríos, Santa fe, Córdoba o mismo en Buenos Aires".
Del texto, publicado por el sello Emecé, surgen también diversos matices entre los asentamientos de galeses e irlandeses, más pobres pero de mayor cohesión comunitaria que escoceses e ingleses. Estos últimos retratados como grandes terratenientes e industriales mucho más individualistas y menos proclives a la asimilación.
La influencia inglesa se hizo muy notoria en la Argentina a través de lo deportivo, comenzando por el fútbol y el polo, las dos actividades deportivas de mayor predicamento en los extremos del espectro social. A ellos le siguieron el rugby, el tenis y las carreras o el remo, sin omitir la suerte esquiva del primer deporte que desembarcó junto a los colonos: el cricket.

La corona frustrada
El análisis de las invasiones inglesas de 1806 y 1807 está centrado en la frustración que representó para la corona británica el no haber concretado el objetivo en su totalidad. Sin embargo el autor sugiere que el breve lapso de ocupación a cargo del general Beresford operó como un benéfico antecedente de apertura comercial que derivaría en los sucesos de mayo de 1810.
"Hay que notar que si bien fueron un fracaso en la toma del poder -sostuvo el periodista-, no lo fueron en cuanto al desembarco económico: seis años después la inversión británica era una de las mayores del territorio, evitando el costoso mantenimiento de fuerzas militares y administrativas que supone una colonia".
Graham-Yooll tampoco elude en su crónica un capítulo dedicado a las controversias suscitadas en torno al credo protestante profesado por los colonos, quienes a menudo eran catalogados de paganos por el catolicismo romano de los criollos. Y destaca la labor de un pionero escocés: el reverendo escocés William Brown.
Respecto a Juan Manuel de Rosas, a quien se solía llamar "el inglés" por su tez blanca, ojos azules y cabello rojizo, Graham-Yooll sostiene que "la actitud de los residentes británicos fue favorable puesto que veían en su gobierno una garantía de orden para sus inversiones, hecho confirmado luego por las prebendas comerciales que durante ese período beneficiaron a la corona".
"No ocurrió lo mismo con Perón, pese a que, según crónicas de época, para los accionistas británicos fue un alivio la nacionalización de ferrocarriles y demás servicios públicos; tanto por haberlos entregado a cambio de los fondos argentinos bloqueados en Londres luego de la guerra, como porque en pocos años más vencía de hecho la concesión", señaló.
Aun así, Graham-Yooll afirma en el texto que el período peronista estuvo signado por problemas comerciales entre ambos países y un éxodo incesante de la comunidad británica del país.
Malvinas es otro punto álgido: el libro confronta la versión oficial argentina con la británica y documenta la historia de ocupaciones y reclamos mutuos hasta la guerra del 82, su desenlace y la actual reanudación de relaciones bilaterales.
"Fue una guerra absurda donde se utilizó una causa de bien, como lo es el reclamo soberano histórico, para el beneficio fugaz de unos miserables", consideró Graham-Yooll, y aclaró que "los únicos beneficiarios fueron los malvinenses, quienes adquirieron la categoría de británicos que hasta allí tenían vedada".
"Pero al margen de los polémicos fundamentos legales , creo que las Malvinas deben ser argentinas simplemente porque suena un tanto ridículo y anacrónico que un gobierno del Reino Unido esté administrando una colonización imperial en esta época ¿no?", concluyó el autor de un libro necesario para acercarse a una de las formas de migración más discretas pero firmes.



El Quilmes Lawn Tennis a finales del siglo XIX.
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