Año CXXXIV
 Nº 49.039
Rosario,
sábado  24 de
febrero de 2001
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Caras del campo
Fiel al tambo, aunque las cuentas no cierren
Manuel Cabanellas es un productor lechero. Aunque hoy no es un negocio rentable, el presidente de Confederaciones Rurales Argentinas (CRA) confía en la actividad. Posee un plantel de 900 animales con buena genética y produce 20 litros por vaca

Leonardo Stringaro

Manuel Cabanellas, actual presidente de CRA y la Sociedad Rural de Rosario, administra La Victoria en la provincia de Córdoba, un establecimiento con 900 animales y algunas hectáreas trabajadas en siembra directa.
Su pasión por el campo superó a la medicina, una tradición de familia y desde chico se fue interesando por la actividad agropecuaria. En sus tambos cuenta con un plantel de animales con genética de la mejor, todos inseminados con semen importado y con buenos resultados. Si bien los números ahora se achicaron y asegura que la actividad es poco rentable, reconoce al mismo tiempo que todo lo que es se lo debe a la lechería. Una contradicción que encierra a tantos productores que apostaron al tambo y que no quieren renunciar a lo que eligieron.
El dirigente de CRA cuenta que de chico le gustaba la medicina, pero dejó de estudiarla porque su padre era médico y fue más fuerte su pasión por el campo. Esta pasión lo impulsó a vivir en una cabaña llamada El Oriono, cercana a la ciudad de La Rosas, en la provincia de Santa Fe. "Ahí pasé dos años como practicante con Timoteo Henckel, un alemán que había venido al país invitado por Carlos Gesel, con el objetivo de forestar la zona de Villa Gesell", relata, "Era un hombre muy rígido y gaucho en su trabajo, emprendedor porque junto al doctor Monti construyeron el Hospital de Las Rosas", agregó.
El extranjero fue un ejemplo a seguir en su vida y de él aprendió las estrategias y el manejo de los campos. Después se incorporó a los grupos Crea y allí pudo adquirir más conocimientos agronómicos.
Su abuelo era un maestro que arribó desde desde España en 1880. Vivió en Uruguay durante unos años, se casó y luego decidió radicarse en la Argentina. Tenía el espíritu de lucha de los inmigrantes, que lo llevó a instalar en Rosario un molino harinero y su propia panadería; grande como las de esa época, recuerda Cabanellas.
En el año 1905, se compró un campo en Metan, una localidad en la provincia de Salta. Se tomaba el tren desde Rosario y cuando llegaba a destino tenía que hacer otros 60 kilómetros a caballo para alcanzar su chacra.
Sus inquietudes lo llevaron a incursionar en muchas actividades, hasta que en 1915, cuando terminaba de construir un edificio en la calle San Luis y Sarmiento, el destino le jugó una mala pasada que lo llevó a la muerte.
"Había transcurrido poco tiempo, entre su establecimiento del Norte y las actividades que desarrollaba en esta región de la Pampa Húmeda. Fue un hombre que buscó con esfuerzo el bienestar de la familia y eso es digno de tomarlo como ejemplo ", reflexiona Manuel Cabanellas para seguir contando parte de su historia.

Los perfiles de la actividad
Actualmente el presidente de CRA tiene campos en la localidad de Arias, provincia de Córdoba. Cuando empezó la explotación tenían hacienda de cría y les iba muy mal. En 1974, decidió cambiar sus rodeos por vacas para tambo. Hoy el plantel se constituye de 900 animales, conseguidos con mucho trabajo e inseminación artificial para la reproducción, ya que no tiene, ni nunca compraron toros.
La producción de leche ronda los 20 litros por vaca y la administración requiere de 100 hectáreas de silo para cada tambo.
"En los tambos se realiza control lechero y contamos con un sistema computarizado para el historial de cada vaca. A pesar de la situación de la lechería no estamos vendiendo vaquillonas porque queremos llegar a las mil vacas. Consideramos que esa es la forma de lograr una escala adecuada para la explotación", explicó.
El campo de Cabanellas destina 400 hectáreas a la agricultura en siembra directa. Ello permitió mejorar un suelo que es particularmente arenoso.
En 10 años de directa aumentaron gradualmente los rindes y lograron incorporan mucha tecnología y genética. El ciclo de cultivos pasa por soja para cosecha y maíz para silo.
"Lo hacemos dentro del mismo campo, con maquinaria propia. Entre ellas, contamos con una picadora de dos surcos que trabaja día y noche durante 17 jornadas seguidas, hasta terminar", indica Cabanellas.
La rotación pasa por pasturas, soja ó un verdeo primero. También suelen intercambiar maíz para hacer silo para después volver con pasturas. Un cambio que acostumbra realizar es hacer avena en siembra directa, antes de ir a soja. "Para maíz destinamos 200 hectáreas, con ellas hacemos silo que se lo damos a la hacienda del tambo y también a las vaquillonas", remarca.
En cuanto al trabajo con los animales, Cabanellas explica que la cría la comienzan en un primer momento con granos, hasta lograr los 180 kilos. Después incorpora un poco de rollo y silo picado para llevar los animales a las pasturas con complemento de forrajeras. Las vaquillonas están listas para el servicio al cabo de 15 meses y medio con un promedio de 350 kilos.

Estamos en lo óptimo
"Hemos mejorado bastante", remarca Cabanellas al observar los balances de su actividad lechera. "Los novillos los terminamos desde la guachera, pasándolos a corrales hasta obtener los 320 kilos y poder venderlos como teneros bolitas".
La Victoria es un establecimiento que heredó la madre de Cabanellas durante el siglo pasado. Desde el punto de vista productivo tiene un rodeo con muy buena genética, basada en la incorporación de semen importado , "lo mejor que hay en el mercado nacional", destaca.
Desde el punto de vista sanitario no cuentan con brucelosis, tuberculosis y ninguna otra enfermedad que afecte la producción del campo. "A pesar de la tranquilidad, siempre estamos alerta por cualquier virus, incluso la aftosa, aunque ya podemos vacunar porque estamos en la zona del cuadrilátero", afirma con cierta tranquilidad, y agrega: "Vivo como todo productor agropecuario, sorteando problemas y tratando de tener una economía de escala, que en los últimos años, me obligó a incorporar más superficie".

Gracias a la leche
Cabanellas asegura que fue el tambo quien le dio la posibilidad de crecer como productor, aunque en el momento en que compró más vacas bajaron los precios. "Fue en forma artificial, disminuyeron por la industria. Porque aprovecharon la situación internacional, sin tener en cuenta que el productor argentino es el que menos recibe del mundo por lo que produce", se lamentó.
A la hora de hacer números asegura que hoy su campo no es rentable y está convencido que va a perder a perder plata." Recuerdo que hace 5 años llegamos a tener 198 mil kilos de grasa, es decir 200 mil kilos de grasa butelosa", recuerda con añoranza.
En otros tiempos el promedio de leche al año era de 15 mil litros por día y los balances arrojaban cifras cercanas a los 200 mil pesos/año. "En realidad, antes cobrábamos 0,20 ó 0,22 centavos. por litro y hoy si llegamos a 0,15 centavos es demasiado", replica.
Tecnológicamente, los dos tambos que opera la familia Cabanellas, se componen por 14 bajadas, acompañados por dos equipos de frío de 10 mil litros cada uno. Para las tareas de suplementación, cuentan con dos mixers para repartir el silo.



Para Cabanellas, dirigencia y lechería son caras opuestas.
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