Año CXXXIV
 Nº 49.032
Rosario,
domingo  18 de
febrero de 2001
Min 18º
Máx 32º
 
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Editorial
Pintadas nazis en un colegio

Por más que el tiempo pase y la justa memoria continúe en su desigual batalla contra el olvido, en la humanidad siempre habrá, cuanto menos, un rincón para el pensamiento y la acción nazis. Es lamentable y cuesta aceptarlo, pero es así. Más todavía, quizá continúe de esa manera hasta que el polvo sepulte a la presente civilización.
Aun cuando la centuria se caracterizó por la abundancia de manifestaciones similares respecto del siempre asombroso comportamiento colectivo de los hombres, el nazismo fue, en el siglo veinte, la máxima encarnación del mal. Y la de producir el mal es una de las capacidades que el hombre arrastra desde que dio su primer paso sobre la Tierra. En consecuencia, no debería llamar demasiado la atención que cada tanto, en distintos lugares y con motivo de circunstancias diversas, florezcan resabios de ese pasado negro de la humanidad, que tuvo su génesis y epicentro en la Alemania de entreguerras.
Lo dicho responde a las pintadas nazis aparecidas en uno de los patios del instituto secundario del Colegio Alemán, que funciona en España 340. Al margen de su necesaria e inmediata condena, el hecho en sí no debería causar mayor asombro. Empero, merced al lugar donde se produjo merece una consideración mayor y especial.
A diferencia de otras oportunidades, esta vez la agresión se produjo en el interior de un ámbito donde de manera exclusiva se imparte instrucción a la juventud. A ello se agrega la circunstancia de que el autor (o los autores) de la pintada necesariamente debe estar vinculado, directa o indirectamente, con el establecimiento. En consecuencia es en el mismo colegio donde hay que tratar de individualizar al responsable para hacerlo entrar en razones respecto del error que comete al hacer proselitismo en favor de ideas que ofenden y agreden a la condición humana.
Resulta evidente que las autoridades de la casa fueron sorprendidas por el hecho. Es que no puede pensarse, pues no existen razones para ello, que en un establecimiento de bien ganado alto prestigio como el Colegio Alemán alguno de sus responsables -no importa su nivel ni su ámbito de trabajo- pueda haber pasado por alto, de conocerla, esta situación, máxime si, como declararon algunos vecinos a este diario, existe desde noviembre pasado.
En consecuencia, corresponde señalar que resulta imprescindible adoptar todas las medidas pertinentes para que el hecho no se repita. Sin dudas que dentro de tales medidas se cuenta el acrecentamiento de la docencia sobre los altos valores de la democracia y la concordia entre los hombres, así como sobre la necesidad de desterrar la simiente de la nefasta ideología nazi.


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