De pronto, el centro rosarino se convirtió en un pandemonio. Las empresas de telefonía se lanzaron a una carrera desenfrenada por instalar sus cables subterráneos. Por momentos, las calles parecen minadas, por otros, atrincheradas. Martillos neumáticos, tablones, carretillas y herramientas se volvieron imagen cotidiana en la mayoría de las calles, ahora polvorientas de tierra removida. En algunos casos, repusieron las baldosas originales, en otros, como en una franja de la peatonal Córdoba, rellenaron con cemento. Bienvenido el progreso, pero ojalá terminen rápido.
| La peatonal y otras calles son una invitación a las caídas. | | Ampliar Foto | | |
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