Después de más de un año de búsqueda y de superar inconvenientes económicos, el Movimiento de Familias Cristianas encontró un hogar para Kevin, un niño de casi dos años que sufre problemas neurológicos. "Ahora podemos decir que Kevin es hijo", aseguró, con orgullo, el coordinador del Servicio de Adopción y Hogares de Belén (familias de tránsito), Norberto Martínez, quien no pudo negar que "en los 18 años de experiencia, es uno de los casos más difíciles que hubo que resolver". Luego de pasar más de un año en dos hogares de tránsito, la historia de Kevin tuvo un final feliz. Desde los primeros días de diciembre pasado el pequeño se encuentra con su nueva familia -que legalmente tiene la guarda con fines de adopción- y, como si fuera poco, ahora está acompañado por cinco hermanos.
El caso de Kevin llegó al Juzgado de Menores Nº3, de Jorge Cartele, en noviembre de 1999, cuando su mamá entregó al magistrado la patria potestad. "Inmediatamente, fue ubicado en un hogar de tránsito, donde muy rápido se dieron cuenta de que el nene tenía problemas de salud", explicó Mónica Martínez, también coordinadora del Servicio de Adopción.
"Llegó a sufrir 24 convulsiones diarias y, más tarde, nos enteramos que a raíz de un problema de riñón mal curado, el virus se había alojado en la hipófisis. A partir de allí, comenzaron las complicaciones neurológicas", agregó.
Kevin padece una afección conocida como Síndrome de West, y ya en su segundo hogar de tránsito comenzó a ser atendido por especialistas. Pero las dificultades económicas para llevar adelante los tratamientos no escasearon. "El nene necesitó durante más de tres meses una vacuna diaria para evitar convulsiones, 15 pesos diarios que eran imposibles de conseguir", explicaron los coordinadores del Movimiento de Familias Cristianas, que no dejaron de recordar: "Fue gracias a la solidaridad de la gente, que aportó medicamentos, pañales, leche y dinero, que la historia de Kevin tiene hoy un final feliz".
Aunque su afección está controlada, el Síndrome de West no desaparece. "Aún tiene afectados los riñones, los pulmones y sufre espasmos bronquiales. Ya tiene casi dos años y todavía no habla ni camina", explicaron los coordinadores del Servicio de Adopción. Sin embargo, los tratamientos y la estimulación de su familia hacen que avance lentamente.
Encontrar un hogar
El caso fue uno de los más complicados, sobre todo a la hora de encontrar un hogar definitivo para el pequeño. "Sus problemas de salud hicieron más difícil encontrar una pareja que quisiera adoptarlo", aseguró Mónica, y profundizó: "La gente que busca adoptar viene de un transe muy doloroso, de pérdidas de embarazos y de tratamientos ineficaces, por eso quieren chicos sanos. Por eso el caso de Kevin se complicó".
Si bien legalmente el niño estaba en condiciones de ser adoptado inmediatamente, muchas parejas se negaron a recibirlo por su problema de salud. El juez de menores se comunicó con todas las parejas que estaban en lista de espera para ver si alguna quería adoptar al niño, pero no hubo resultados y, mientras tanto, Kevin seguía esperando un hogar definitivo.
"Cuando se les informaba sobre su problema neurológico, enseguida se negaban", relató Norberto, quien agregó que "como no aparecía ninguna posibilidad, desde el Movimiento de Familias Cristianas también se empezó a buscar parejas que estuvieran dispuestas a quedarse con el pequeño".
Recién en octubre del año pasado, tras exponer el caso en los medios de comunicación, dos parejas se comunicaron con el Servicio de Adopción dispuestas a convertirse en los padres del niño. El juez fue quien tomó la decisión y, finalmente, Kevin comenzó a frecuentar a quienes hoy son su familia.
La pareja que adoptó al chico -cuyos nombres se mantienen en reserva- tiene cinco hijos biológicos, la mayor de 17 años y el menor de dos años. Sin embargo, el caso de Kevin los conmovió. "Estas personas se sintieron movilizadas por la sensación de que alguien los estaba necesitando", contaron los coordinadores del servicio, a la vez que aseguraron que "son gente con una grandeza extraordinaria. Además, siempre nos dijeron que ellos se sentían con la fortaleza necesaria como para afrontar la enfermedad de Kevin que no es transitoria, sino para toda la vida".
A pesar de que fue su enfermedad la que hizo que durante más de un año estuviera esperando un hogar, fue también la afección la que movilizó a la que ahora es su familia para adoptarlo. Una historia conmovedora, movilizante y con final feliz.