Balnearios bonaerenses pequeños ofrecen curiosidades y atractivos diversos, como la silueta recortada en las aguas de un navío inglés que naufragó, un imponente hotel de diseño francés o un museo palenteológico, todo enmarcado en una característica común, cual es la calma de sus playas largas y la ausencia de estridencias. Los nativos de Las Toninas y Costa Chica saben que sólo cuando baja la marea "el barco inglés" deja ver sus cuadernas. Ese navío era el Her Royal Highness (Su Alteza Real), construido en la ciudad canadiense de Quebec en 1865 por uno de los más famosos armadores de ese tiempo. Nadie sabe, a ciencia cierta, por qué encalló 18 años después a 13 kilómetros del cabo San Antonio, cuando navegaba hacia los mares del sur. Tampoco se sabe por qué una extraña corriente marina deposita sobre la playa, cerca del barco hundido, caracoles rarísimos. Ni tampoco por qué eso ocurre en primavera. Lo que sí saben en el balneario Costa del Este -"la ciudad del millón de pinos"- es que residentes y turistas son acérrimos defensores de la ecología, y que a la cercana Aguas Verdes muchos turistas llegan a conocer el castillo Duhau, uno de los tantos palacios bonaerenses que recuerdan una época esplendorosa. Tal vez porque está donde finaliza el camino interbalneario, las playas de Mar del Sur tienen el encanto de lo virgen, de lo aún no contaminado. Los viejos y astutos pescadores encuentran el silencio tan buscado en parajes como El Remanso y Piedras Negras, donde es posible pescar en el mar con cañas y redes. Pero si las piezas codiciadas son los pejerreyes de buen porte, hay que andar unos 5 kilómetros hasta la laguna La Ballenera. Un trayecto que pasa delante del Boulevard Atlantic Hotel, bellísima construcción de 1884 que es monumento histórico municipal y que bien vale una visita. Santa Clara del Mar tiene la ventaja de estar cerca de Mar del Plata y de la intensa actividad del verano. Es un balneario donde el mar y las playas, los médanos vivos y las praderas húmedas, conviven con bañados de aguas salobres y dulces. En Santa Clara está el Museo Paleontológico Pachamama, que exhibe interesantes colecciones, y también el Parque Atlántico Mar Chiquita, un área protegida que está manejada por la comuna local y la Administración de Parques Nacionales. Dentro del parque está la laguna de Mar Chiquita, en realidad una albufera -laguna paralela al mar- a la que nutren las aguas dulces de varios arroyos. Se trata de un ecosistema costero muy extraño donde se sabe que conviven 168 especies, entre marinas y continentales. Quienes se decidan por los sosegados balnearios del Partido de la Costa encontrarán, muy cerca, una buena agenda de actividades. Las Toninas festeja durante febrero un nuevo aniversario de su fundación y la comparsa "Mar y Mar" baila todos los sábados por las calles de Mar del Tuyú. El sandboard es el deporte que practican los jóvenes en los médanos, y para los adultos el Golf Club de Santa Teresita organiza torneos diarios de 18 hoyos, y de 36 los fines de semana. Para la noche el Casino de Mar de Ajó es un buen programa. Lo nuevo de esta temporada son los muchos "comedores de campo" que sirven asado y pastas caseras a cualquier hora. En este largo litoral marítimo los grandes centros turísticos se complementan con los pequeños. Finalmente todo se integró. Un sueño impensado para los pioneros que abrieron los primeros caminos en las tierras de Ajó y Tuyú, vocablos aborígenes que significan "lodazal" y "barrial", tal como se veía entonces esta franja costera indómita.
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