"La vez que vino Boca al Gigante y Palermo metió el gol de cabeza me fue mal", confesó Cristián. Vendedor de helados en el centro de Rosario y fanático de Central, contó que ese día llegó al partido de bastante mal humor y que apenas le gritaron en la espalda: "Che flaco, son dos pesos", reaccionó mal. Que se dio media vuelta, encaró al cuidacoche y le repitió: "No te voy a pagar, ¿entendés?", hasta tenerlo a escaso medio metro. El cuidacoche no perdió tiempo: le tiró un trompazo que le dio en la cara, y apenas el brazo acabó con el recorrido empezó a silbar; fuerte. Otros cuidacoches aparecieron desde las cercanías en cuestión de segundos. "Me tuve que quedar en el molde porque si no me iba a ir peor. Pagué calladito y llegué a la tribuna. Así que ese día me curé y no protesto más", relató resignado Cristián.
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