Año CXXXIV
 Nº 49.028
Rosario,
miércoles  14 de
febrero de 2001
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Tragos saludables
Pocas personas mayores conocen la importancia del agua pura, por lo que eligen las bebidas compuestas

Consumir por lo menos ocho vasos de agua al día se dice fácil; sin embargo, pocos siguen esta regla de oro para la vida. Si de adultos mayores se trata, este hábito saludable resulta casi ignorado. Y es precisamente en esta época cuando debería tomarse en cuenta con mayor razón, pues conforme avanza la edad hay una pérdida de agua corporal y si no se ingiere en las cantidades requeridas, los riesgos para la salud son graves.
Acostumbrados a tomar refrescos y café, estas personas muchas veces ni siquiera beben un vaso al día, y lo triste es que nunca modifican este estilo de vida, señala el especialista en nutrición Rubén Arrazola, del Hospital de Especialidades del Centro Médico del Instituto Mexicano del Seguro Social.

Aliada de la salud
A pesar de que no tiene sabor, olor ni color, el agua es considerada un líquido esencial para el ser humano, ya que contribuye:
* A transportar y absorber adecuadamente vitaminas, minerales y proteínas.
* A la nutrición celular.
* A regenerar los tejidos.
* A la regulación de la temperatura.
* A eliminar desechos, toxinas, bacterias y virus.
* A evitar la deshidratación.
* A prevenir el estreñimiento.
* A quitar la sed.
Pero lo más importante es que el agua es el elemento sin el cual ninguna persona podría vivir, ya que en el caso de los adultos equivale al 50% de su peso total.
De acuerdo con María Antonieta Ibarra, nutrióloga del Hospital Angeles del Pedregal, en México, es indispensable ingerir diariamente 30 mililitros de agua por cada kilogramo de peso, lo que equivale a tomar alrededor de ocho vasos de agua al día, cifra que puede variar de acuerdo con el clima y actividad del individuo. Cuando no se consume este líquido en las cantidades requeridas, los efectos en el organismo de un adulto mayor son sumamente negativos. Una persona que no toma el agua necesaria hace que sus riñones trabajen a marchas forzadas, colocándola por un lado en peligro de deshidratación, y por otro, condicionándola a un daño renal profundo, lo que puede traer graves complicaciones al organismo cuando éste se enfrenta ya de por sí a un proceso de envejecimiento, explica el médico Arrazola.
Pero esos daños no son los únicos; no consumir este líquido vital promueve los dolores musculares, favorece el aumento de los niveles de azúcar en la sangre y altera la presión arterial, factor que conduce a la manifestación de paros cardíacos.
No hay que olvidar que en esta edad son frecuentes los problemas de estreñimiento, por ello beber agua se hace imprescindible, ya que ayuda al buen funcionamiento del aparato digestivo. Solamente en caso de presentar problemas renales el médico le indicará si debe o no suprimir su consumo.


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