Año CXXXIV
 Nº 49.024
Rosario,
sábado  10 de
febrero de 2001
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Persianas bajas, un solidario gesto de los comerciantes de calle Maipú
Descartaron que una venganza haya sido el móvil en el crimen del joyero
Los investigadores confirmaron que fue un intento de robo. Aún no tienen pistas sobre los homicidas

Los investigadores del crimen de Sergio Moliné, el joyero de 32 años asesinado el jueves de un disparo por un hombre que irrumpió en su comercio, confirmaron ayer que el hecho ocurrió como consecuencia de un intento de robo y descartaron de plano la hipótesis de una venganza. En tanto, los joyeros de calle Maipú se congregaron para rechazar terminantemente la versión del ajuste de cuentas que primariamente manejó la policía y bajaron las persianas de sus locales, donde pegaron carteles en los que pudo leerse: "Cerrado por duelo. Hoy se fue Sergio, mañana podés ser vos".
El hecho ocurrió la lluviosa tarde del jueves en la joyería Fénix, de Maipú 970, alrededor de las 14.30. Entonces, un hombre armado que descendió de una camioneta celeste entró al local de Moliné y le exigió el dinero de la caja.
Al parecer, el comerciante se resistió al atraco y el atacante reaccionó con violencia: le efectuó un disparo a quemarropa que atravesó el abdomen de Sergio y le provocó la muerte minutos más tarde. Los agresores se retiraron sin llevarse nada, lo que en principio hizo presumir a los investigadores que pudo tratarse de algo más que un intento de robo.
Pero esas suposiciones fueron descartadas ayer por la policía, que confirmó que el crimen ocurrió durante un intento de asalto. Prueba de ello fue lo expresado por la propia víctima antes de morir: antes de que lo trasladaran al hospital, el joyero habló con un colega que fue a socorrerlo y le dijo que lo habían asaltado.
Además, alcanzó a llamar por teléfono a su esposa para decirle que lo habían herido en intento de robo. Ayer la policía trabajaba para identificar a los autores a partir de descripciones de testigos del hecho.
En tanto, la zona comercial de calle Maipú presentó durante el día de ayer un aspecto atípico: los comerciantes del ramo bajaron sus persianas en señal de duelo y con carteles adheridos a los frentes de los negocios recordaron a Sergio, quien fue sepultado en horas de la tarde en el cementerio El Salvador.
"Era una persona muy querida, un tipo sensacional. Hay personas que son especiales, y el Gordo era especial. El campeón de la amistad, un pan de Dios", describió al borde del llanto Marcelo, un joyero que junto a otra decena de comerciantes se congregó frente al negocio de la víctima.
"No era un colega, era un amigo", repitieron los comerciantes, que conocen a Sergio desde hace 15 años, cuando llegó de Chaco e instaló el local en el cual trabajaba junto con su hermano menor.
"Cuando puso el negocio vivía en un galponcito", evocaron sus colegas. Actualmente tenía su propia casa que pagaba con un crédito hipotecario. Allí vivía con sus dos hijas pequeñas y su mujer, embarazada de siete meses.
"El Toro (así le decían al joyero) era transparente como el cristal, el típico gordo bueno. Si hay una persona que no merecía que la mataran es él", dijeron los comerciantes, que reaccionaron con indignación ante la hipótesis de una venganza, que finalmente fue descartada.



Los carteles decían: "Hoy fue Sergio, mañana podés ser vos".
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