Año CXXXIV
 Nº 49.021
Rosario,
miércoles  07 de
febrero de 2001
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Vía libre para clonar
Los científicos ven con esperanza la decisión británica de permitir la práctica con fines terapéuticos

La Cámara de los Comunes del Reino Unido aprobó la clonación de embriones para la obtención de células madre, lo cual abre enormes esperanzas en la lucha contra numerosas enfermedades.
A partir de ahora, los científicos británicos podrán obtener las células madre -con un extraordinario potencial para el desarrollo de tejidos humanos- generadas por un embrión clonado durante sus primeros 14 días. Una vez finalizado este plazo, los embriones serán destruidos.
"Esta medida no supone ningún avance científico o técnico, pero sí político y social. Es importante porque la clonación es una materia que exige que exista un marco de regulación muy claro", explica Eduardo Rodríguez, profesor del Departamento de Genética de la Universidad de Málaga, España. En su opinión, contribuye a romper los esquemas rígidos, y muchas veces falsos, que rodean a la clonación, sobre la que generalmente se piensa que va a ser empleada para crear artificialmente millones de personas perfectas, cuando en realidad sus posibilidades terapéuticas son enormes en enfermedades como el Alzheimer o en procedimientos como los trasplantes de órganos y tejidos.
"Es indudable que la decisión del parlamento británico alienta enormes perspectivas de curación de enfermedades. Lo que no me termina de convencer es que se creen embriones no para que sean bebés sino para que sean fuente de células y tejidos para curar enfermedades de otras personas. Mi opinión es que un embrión sano no puede ser usado con fines de tratamiento, porque no es una persona pero debe tratárselo con el respeto del que lo va a ser", explica Claudio Chillik, ex-presidente de la Sociedad Argentina de Endocrinología Ginecológica y director del Centro de Ginecología y Reproducción, de Buenos Aires.
En su opinión, el plazo de 14 días genera algunas dudas. "Los británicos autorizan la clonación de embriones de hasta 14 días porque, para ellos, es a partir de ese momento cuando aparece la vida: con el primer esbozo de formación del sistema nervioso. Pero es un argumento legal. En los centros de fecundación asistida de todo el mundo el tiempo que se pueden conservar embriones viables es mucho menor: a lo sumo 5, 6 ó 7 días, cuando se implantan en el útero. Más allá de ese período, hoy es técnicamente imposible", añade.
Los biólogos y genetistas consideran que esta es una buena noticia, como demuestra la opinión de Jordi Surralles, del Departamento de Genética de la Universidad Autónoma de Barcelona. "Siempre que se emplee con fines terapéuticos, la clonación de embriones es aceptable, ya que abre un campo de investigación enorme en materias, como los trasplantes de tejidos", señala. A su juicio, aunque las esperanzas son muchas, es necesario valorar con cautela la utilización de embriones clonados porque la aplicación de células madre todavía se encuentra en fase de investigación.
El experto considera que los avances que se produzcan en este campo dependerán también de la presión que sobre los políticos ejerzan las empresas especializadas y la población. Los primeros, porque sacarán partido del desarrollo de sistemas que permitan diferenciar las células madre para crear tejidos que puedan utilizarse en trasplantes o células que contribuirán a resolver enfermedades, y los segundos porque cada vez habrá más gente consciente de que estas técnicas pueden solucionar los problemas de salud que padecen ellos mismos o sus hijos.
Además, no descarta que llegue un momento en que muchas personas soliciten que la clonación se emplee para fines reproductivos. "Se va a plantear la posibilidad de clonar embriones para aumentar las posibilidades de embarazo en casos de fecundación in vitro. Si hay más de un embrión viable, las posibilidades de éxito serán mayores", comenta.

El debate continúa
Sergio Cecchetto, doctor en filosofía, especialista en bioética y miembro del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas de Argentina, recuerda que este debate no es nuevo: "Una disposición federal en los Estados Unidos -Task Force on Organ Transplantation, de 1990- sobre el uso de tejido fetal para trasplantes terapéuticos negó a los enfermos del mal de Parkinson un tratamiento potencialmente efectivo. Durante el gobierno de Clinton, ese interdicto fue levantado, alegando que la ciencia y la medicina debían ser liberadas de las garras de la política, aunque no se han dictado todavía regulaciones que ordenen la actividad en este campo.
La Unión Europea, por su parte, se ha mostrado poco proclive a conceder libertades a los investigadores en este terreno aunque, como suele suceder, siempre aparecen países más tolerantes y pragmáticos a la hora de conjugar ciencia y mercado.
El debate moral que la clonación de embriones suscita es intenso. Según Cecchetto, los partidarios de la postura adoptada en Gran Bretaña incluyen a miles de personas afectadas por patologías crónicas y progresivas por las cuales la actual ciencia médica poco puede hacer. "Se trata de personas concretas, con nombre y apellido, gente que sufre y que dispone de pocas esperanzas vitales. Sin embargo, también es cierto que aquellos que ven en la medida adoptada un peligro tienen sobrados argumentos para recusarla. En primer lugar, se trata de hipotéticos tratamientos que mejorarían la calidad de vida de esos enfermos, es decir, de una posibilidad más o menos remota y tal vez también desmesurada".
A su juicio, resulta imposible deslindar la utilización de "criaturas humanas" -aunque posean menos de 14 días de desarrollo- de la espinosa cuestión del aborto. Además, la cesión de "material" humano en beneficio de terceros cuestiona la idea misma de donación. "¿De qué se trataría la "donación fetal" si el donante -un embrión vivo in vitro- no puede expresar libremente su voluntad de beneficiar al prójimo?
Coincide Juan Guillermo Figueroa, doctor en filosofía de México. "La evaluación ética de una intervención requiere entre otras cosas especificar qué tan informadas están las personas que participan en la misma, cuál es su nivel de comprensión de la información y cómo se aseguró su participación voluntaria en este proceso", sostiene. Está claro que aquí, con embriones, esas consideraciones no pueden aplicarse.
Cecchetto agrega que queda en la oscuridad un punto central de la ética: aquel que señala la improcedencia de utilizar medios que podrían considerarse malos (en este caso la utilización de embriones humanos, y por tanto dignos de respeto) para alcanzar un fin bueno (en esta ocasión una futura mejora de enfermos hoy desahuciados).
"No sólo las éticas de cuño judeocristiano avalan esta condena al fin (bueno) que justifica la utilización de los medios (malos), sino también otras varias formulaciones confesionales (budistas, por ejemplo) y también laicas", explica.
El pediatra Juan Pablo Beca, presidente del comité de ética de la Facultad de Medicina de la Universidad de Chile, dispara la crítica final: "Sólo un razonamiento utilitarista puede justificar moralmente la decisión británica. Cualquier aproximación ética que parta del valor moral del embrión no lo va a poder justificar. Personalmente creo que el embrión tiene una dignidad que merece el mayor respeto y no se puede disponer de él como si fuera una cosa.


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