Año CXXXIV
 Nº 49.021
Rosario,
miércoles  07 de
febrero de 2001
Min 23º
Máx 36º
 
La Ciudad
La Región
Política
Economía
Opinión
El País
Sociedad
El Mundo
Policiales
Escenario
Ovación
Suplementos
Servicios
Archivo
La Empresa
Portada


Desarrollado por Soluciones Punto Com






Ataque cerebral a la argentina

Sebastián A. Ríos

"Contar con el perfil epidemiológico del accidente cerebrovascular (ACV) en la Argentina es algo fundamental; tenerlo nos permitirá establecer campañas de prevención y adecuar los distintos abordajes terapéuticos", afirma Raúl Rey, jefe de enfermedad cerebrovascular del Hospital Ramos Mejía de Buenos Aires, donde se inauguró en octubre último la primera unidad de cuidados especiales para pacientes con ACV agudo de un hospital público de la Argentina.
Recientemente, los miembros del servicio de neurología del Hospital Ramos Mejía han publicado un artículo en Stroke, la revista más prestigiosa de esta especialidad médica, que aporta estadísticas locales que permiten comenzar a llenar este vacío epidemiológico.
Según el trabajo realizado a partir del estudio de los pacientes con ACV que fueron atendidos en el hospital entre 1997 y 2000, el patrón de esta afección propio de la Argentina (o al menos de la ciudad de Buenos Aires) presenta rasgos que lo diferencian de los perfiles epidemiológicos europeos y norteamericanos. Hasta ahora, en ausencia de información propia, estos datos se habían extrapolado, rigiendo los criterios de atención del ACV en el país.
El 30% la población estudiada por los neurólogos del Hospital Ramos Mejía sufrió ACV de tipo hemorrágico, cuando el porcentaje equivalente que arrojan los estudios europeos y norteamericanos suelen oscilar entre un 15 y un 20%. "En Latinoamérica la proporción de enfermedad hemorrágica es más frecuente que en otros lugares debido a factores culturales, económicos, ambientales, étnicos y sociales", comenta Gustavo Saposnik, coordinador de la Unidad de ACV que funciona en el Ramos Mejía.
Pero las características del perfil epidemiológico local de esta afección perfilado por los investigadores de este hospital no termina allí. El estudio publicado en Stroke también reveló que el subtipo de ACV que se produce en las arterias más pequeñas que irrigan el cerebro (llamado enfermedad de vaso penetrante) representó el 42% de los casos, mientras que los registros de Europa y Estados Unidos le atribuyen no más del 20% de los casos.

Primer centro de atención
"El ACV es una urgencia", remarca Rey. "Al igual que los pacientes que han sufrido un infarto de miocardio y se internan en una unidad coronaria, aquellos que sufren un ACV deben ser atendidos en una unidad especialmente equipada y con un personal entrenado para la atención de esta afección". Sin embargo, esto no es lo que suele suceder en nuestro país.
Recién a mediados de enero de 2000 comenzó a funcionar en el Ramos Mejía la primera unidad de cuidados especiales para pacientes con ACV agudo de un hospital público de la Argentina. Este centro fue formalmente inaugurado el 26 de octubre de 2000 y por ahí ya pasaron más de cien pacientes.
Esta unidad de cuidados intermedios cuenta con seis camas equipadas con monitores especiales para la medición no invasiva y permanente de los parámetros vitales (temperatura, presión arterial, frecuencia cardíaca, respiración, presión endocraneal, entre otros); ocho neurólogos y seis enfermeros especializados. El equipo multidisciplinario que atiende a los pacientes de la unidad se completa con kinesiólogos y fonoaudiólogos que trabajan en la rehabilitación de los pacientes para evitar posibles secuelas o minimizarlas.
"La unidad funciona las 24 horas del día, los 365 días del año, y forma parte del plan piloto de un programa de atención de la patología cerebrovascular que se desarrollará en distintos centros asistenciales de la ciudad de Buenos Aires, y en el cual el Hospital Ramos Mejía sería el centro -cuenta Rey-. La idea es crear una red de asistencia para el ACV".
"Desde que está en funcionamiento esta unidad hemos podido acortar el tiempo de internación de los pacientes con ACV que llegan a la guardia del hospital, y esto no sólo es importante para el paciente sino también para el sistema de salud -dice el especialista-. Este es uno de los dos objetivos de la unidad; el otro es implementar un tratamiento precoz que permita que el paciente salga del hospital sin secuelas o con las menores posibles".

Protector de neuronas
La especificidad de la población con la que trabaja la Unidad de ACV del Hospital Ramos Mejía le permite, además de brindar una atención especializada a los mismos, participar de ensayos clínicos multicéntricos internacionales que evalúan nuevos medicamentos.
"Actualmente, en la unidad estamos participando de un protocolo de investigación de una nueva droga (neuroprotector) que protege a las neuronas de los pacientes que acaban de sufrir un ACV, y que, de comprobarse su efectividad, podrá ser administrada en la ambulancia antes de que el paciente llegue al hospital", cuenta Saposnik. La droga estará disponible dentro de cinco años.

Peligro de asfixia
La prevención sigue siendo un arma efectiva para combatir el ACV que, según Rey, no es un nombre del todo correcto, ya que no se trata de un accidente que sucede por casualidad: "Es algo que se ha ido gestando durante muchos años y en el que inciden numerosos factores de riesgo que pueden ser prevenidos, como el tabaquismo, la hipertensión arterial, la diabetes, la hipercolesterolemia y el sedentarismo".
En un ACV pueden ocurrir dos cosas: que una arteria que irriga el cerebro se tape, dando lugar a la isquemia cerebral, o que se rompa, ocasionando una hemorragia.
"A su vez, la forma isquémica tiene varios subtipos que dependen del lugar en donde se tape la arteria que lleva sangre al cerebro: en el corazón, en la aorta, en las carótidas, en las grandes o en las pequeñas arterias intracraneales", agrega Saposnik.
En cualquiera de sus formas, el accidente corta repentinamente el suministro de oxígeno y de nutrientes que el torrente sanguíneo transporta normalmente para alimentar a las neuronas, que entran en peligro de muerte por asfixia. Los riesgos que presupone un ACV no son menores; basta decir que esta afección constituye la tercera causa de muerte y la primera causa de discapacidad en la Argentina.
Para alejar el riesgo de muerte y prevenir, o al menos atenuar las secuelas es fundamental que el ACV sea tratado durante las tres primeras horas que le siguen al evento, pues las neuronas sin suministro de oxígeno tienen un extremadamente corto tiempo de sobrevida. "El tiempo donde podemos actuar es escaso; son tres horas, seis como mucho", alerta Rey.
Para que una atención precoz sea posible es necesario que quien sufre el ACV pueda reconocer sus síntomas, para así acudir al hospital más cercano. "Esta afección se caracteriza por un comienzo abrupto -apunta este neurólogo-; de golpe. Estos dependen de la región del cerebro afectada por el ACV; los más frecuentes son debilidad y pérdida de fuerza de un lado del cuerpo, trastornos en el habla, en la visión y falta de equilibrio".


Diario La Capital todos los derechos reservados