Año CXXXIV
 Nº 49.021
Rosario,
miércoles  07 de
febrero de 2001
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Colas interminables y horas de espera
La cantidad de gente que cruza a las islas excede la capacidad de las lanchas
Según Prefectura, "Costa Alta tiene limitaciones". El domingo muchos llegaron casi a medianoche

Eugenia Langone

Todos los fines de semana la historia se repite. Los rosarinos que eligen sobrevivir al calor en las islas del Paraná y zarpan desde Costa Alta se encuentran en problemas a la hora de regresar a Rosario: horas de demora y colas interminables son los obstáculos que hay que sortear para llegar a tierra firme. Muchos logran arribar a los muelles de Costa Alta casi a medianoche. El jefe de la delegación local de la Prefectura Naval Argentina, Jorge Silva, indicó que "no hay ninguna norma que fije un horario límite de llegada de las embarcaciones siempre que tengan las condiciones técnicas necesarias para navegar de noche", pero afirmó que "en Costa Alta la cantidad de gente que cruza a la isla excede la capacidad del transporte que existe, porque se trata de embarcaciones muy chicas". Por su parte, los dueños de los paradores que están del otro lado del río coinciden en que "la demanda no es suficiente como para poner en funcionamiento más embarcaciones".
"Durante los fines de semana, las últimas lanchas están llegando cerca de las 23, pero no hay ningún impedimento ni legal ni de seguridad para eso", explicó Silva, quien no dudó a la hora de disparar: "En cuanto a la capacidad de las lanchas, Costa Alta tiene limitaciones".
Lo cierto es que los fines de semana son cerca de doce mil las personas que cruzan a Isla Verde, Chaná, Bahía Caimán y Club del Este desde Costa Alta, y parece que el domingo pasado la jornada playera se estiró hasta bien entrada la noche.
"Al final uno no va a tomar sol, sino a hacer cola", comentó Carla, una joven que pasó el domingo en Club del Este y tras más de dos horas de cola logró llegar a Rosario pasadas las 22. "Había muchas familias con chicos que debieron esperar hasta las 11 de la noche, y muchos hacían fogatas para espantar a los mosquitos", recordó la joven, que afirmó indignada: "Lo peor es que no apareció nadie ni se hizo cargo de la demora".

Tardanzas "irremediables"
Pese a los reclamos de la gente, los dueños de los paradores aseguran que la demanda no es suficiente para poner en funcionamiento más embarcaciones. "Las esperas son irremediables", afirmó la dueña del parador Chaná, Teresa Paglini, que tiene en funcionamiento una lancha con capacidad para 68 personas. "El sábado intentamos implementar un sistema en el que la gente, cuando llegaba a la isla, sacaba un número con el horario en el que quería volver y así se iban completando los horarios de salida", explicó Paglini, quien afirmó: "El domingo la gente no respetó los turnos y no sabemos si lo vamos a volver a implementar".
Bahía Caimán tiene dos lanchas funcionando -con capacidad para 90 y 100 personas- que demoran cerca de 20 minutos. "Este verano viene mucho menos gente que en el 99, por eso no se necesitan más embarcaciones", argumentó Cristián Paglini, dueño del parador.
"Terminamos tarde de cruzar a la gente porque trasladamos a 500 personas, que es lo máximo que cruzamos. El problema es que entre las 19 y las 20 la gente se quiere ir toda junta, pero no se puede. Necesitaría el Titanic para conformarlos a todos", afirmó el dueño de Club del Este, Mario Asegurado, que con una sola lancha este domingo terminó de cruzar pasajeros cerca de la medianoche. Para Asegurado hubo épocas en las que se demoraba mucho más. "Ahora ya no viene tanta gente, por eso no hay una concurrencia lo suficientemente importante como para poner en funcionamiento otra lancha", se justificó.



Los dueños de los paradores estiman que las lanchas alcanzan.
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