Una batalla judicial que tuvo sus inicios hace dos años por el gobierno de Moscú para proscribir a los Testigos de Jehová se reanudó ayer, desoyendo las críticas de Estados Unidos por supuestamente socavar la libertad religiosa. La demora se había originado en los pedidos de los fiscales para juntar pruebas.
La organización religiosa rechazó las acusaciones rusas sobre que disuelve familias, fomenta la discordia nacional, restringe los derechos y libertades individuales de sus miembros y convierte a menores sin la autorización de sus padres. Los Testigos de Jehová también negaron las denuncias de que han puesto vidas en peligro por su oposición a las transfusiones de sangre, al considerarlas contrarias a la ley divina.
El caso en el tribunal del distrito de Golovin fue entablado por el Comité para Proteger a los Jóvenes de las Sectas Totalitarias, bajo el artículo 14 de la ley sobre libertad de conciencia y asociación religiosa vigente en Rusia.
La controversial ley establece que el judaísmo, el islamismo, el budismo y el cristianismo son las doctrinas tradicionales, además de la Iglesia Ortodoxa Rusa. Todas las demás organizaciones religiosas deben registrarse con las autoridades locales y nacionales, a fin de poder operar en Rusia.
El caso judicial contra los Testigos de Jehová, que afirman tener 280.000 miembros en Rusia, de ellos 15.000 en Moscú, ha sido postergado en varias oportunidades, al buscar los fiscales más tiempo para acopiar pruebas.
"Las acusaciones son infundadas"
"Creo que todas las acusaciones son infundadas", intentó replicar de una forma que resultó al menos poco feliz el presidente del comité administrativo de los Testigos de Jehová en Rusia, Vasily Kalin.\"Durante todos estos años de audiencias judiciales no ha habido una sola prueba aportada por un testigo y no se han presentado documentos", agregó, y cuestionó que "el fiscal está tratando de demostrar la manera en la que debería de interpretarse la Biblia, pero eso no es competencia del despacho del procurador general".\Kalin afirmó que 361 grupos religiosos han conseguido ya registrarse en Rusia y que sólo en Moscú habían enfrentado problemas. "Creo que este es un intento inicial de nuestros adversarios, de quienes se oponen a la libertad y la democracia en Rusia, que desean que se nos clausure en Moscú y luego, a nivel federal", agregó.