Las 30 mil obras (entre libros, revistas, boletines, manuscritos, fotos, ordenanzas y digestos) que pertenecieron a la biblioteca del fallecido historiador rosarino Wladimir Mikielievich ya fueron acondicionadas y preclasificadas por un equipo de especialistas del Museo de la Ciudad, la Biblioteca Argentina y la Escuela de Museología. La tarea comenzó hace ya varios meses, el 19 de junio último. Ahora quedan por delante dos labores no menos importantes: sistematizar toda la obra en computadora -se estima que llevará casi tres años- e inventariarla como patrimonio de la ciudad. Esto último correrá por cuenta del municipio que, tras mantener una disputa con la viuda del autor, fue designada depositaria de los bienes por una orden del juez civil y comercial Luis Ramunno. El legado permanecerá hasta nuevo aviso en dos oficinas de la Secretaría de Cultura.
"Cuando empezamos a trabajar encontramos un poco de todo. El material estaba mezclado porque el traslado fue algo caótico y no se mantuvo un orden lógico", señaló Nora Fraccia, una de las cuatro personas que en el último año trabajaron ordenando la obra de Mikielievich. La especialista dijo que la primera tarea fue la de limpieza y desinfección. "Trabajamos con máscaras, antiparras, guantes quirúrgicos y pinceles para protegernos, ya que la bacteria y los hongos contenidos en muchos papeles no sólo contagian a los otros materiales, sino a las personas. Había papeles de carácter menor, muy contaminados, que hubo que desechar", dijo Fraccia.
Muchos historiadores y personalidades consideraron a la colección de Mikielievich como "altamente valiosa". Junto a una gran cantidad de libros de historia de Rosario, se halla uno de los objetos más preciados de su legado: el "Diccionario de Rosario". Un manuscrito inédito formado por 53 tomos con descripciones de calles, plazas, monumentos, instituciones y personajes de la ciudad.
Otros textos que completan la herencia son viejos ejemplares de La Capital y de "La Tribuna", digestos y ordenanzas municipales, y revistas procedentes de Alemania, Francia, Italia, Turquía, Cuba y México, entre otros lugares. "Si nos preguntaran qué es lo más valioso de la obra no podríamos definirlo. Diría que todo lo que guardaba Mikielievich en su biblioteca es una joya", señaló la bibliotecaria.
Libro por libro, papel por papel
Fraccia relató que tras la desinfección del material se separó "libro por libro, foto por foto y papel por papel" como medida inicial para comenzar a analizar los textos y cargarlos en la computadora.
Tras la muerte Mikielievich, el 29 de diciembre del 99, comenzó una disputa entre la viuda del autor, Rosa Murúa Ramos, y la Municipalidad sobre la herencia de quien fuera ciudadano ilustre de Rosario. Ambos basaban su propiedad en dos testamentos firmados con la huella del pulgar de Mikielievich. La primera, fechada en junio del 96, legaba sus bienes a la mujer. La otra, de marzo del 99, dispone su donación a la Municipalidad.
El tironeo llegó a Tribunales en enero de 2000, donde finalmente el juez Ramunno entregó los libros en custodia al Ejecutivo. Pero la cuestión no terminó allí. Cuando a los pocos días se intentó realizar el traslado de la herencia hacia Cultura municipal, debió intervenir la policía porque la viuda de Mikielievich y su ex secretario trataron de impedirlo.
Pese a la resistencia, los libros y documentos se trasladaron a la dependencia municipal. Allí descansan desde entonces. Al principio estuvieron mezclados y apilados contra las paredes de dos oficinas. Ahora, tras la minuciosa labor de los especialistas, al menos se sabe qué material hay para comenzar a inventariar.