Año CXXXIV
 Nº 49.019
Rosario,
lunes  05 de
febrero de 2001
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Editorial
Una obra esperada

Si bien relativamente modesta en cuanto a su costo -insumirá sólo 1.500.000 pesos-, por fin se concretará una obra largamente esperada. Se trata de la canalización del arroyo Ludueña y del cabal Ibarlucea, que posibilitará un funcionamiento muchísimo más efectivo de la presa retardadora del primero de esos cursos de agua. Como se recordará, dicha presa fue erigida durante la anterior gestión de Carlos Alberto Reutemann, con el aporte financiero del gobierno de Italia. Es una obra fundamental, que si bien ya presta enormes servicios, todavía hay que complementarla con otros trabajos, el primero de los cuales es el emprendimiento que hoy se comenta aquí.
La canalización que la provincia adjudicó a Edeca Construcciones SA quedará finalizada en aproximadamente diez meses. Cuando ello ocurra, resultarán notablemente favorecidos unos 30.000 vecinos de la zona noroeste de Rosario, todavía bajo amenaza de inundaciones cuando se producen los desbordes de alguno o ambos cursos de agua.
El proyecto consiste en el reacondicionamiento de cinco kilómetros del Ludueña, desde los entubamientos ya existentes hasta la avenida Jorge Newbery, y la rectificación del Ibarlucea, desde su desembocadura en el mencionado arroyo hasta un kilómetro aguas arriba. La ejecución del proyecto se decidió después de que en mayo pasado hubo que evacuar a 600 personas a raíz de la salida de madre de las aguas y los anegamientos ocurridos como consecuencias de las lluvias intensas ocurridas en esa época.
La decisión provincial de poner en marcha estos postergados trabajos representa un importante progreso. Empero, cabe advertir que con ellos sólo no acaba el problema, ya que los estudios técnicos respectivos indican que para la normalización absoluta de la castigada zona se requieren otras acciones complementarias, que es de esperar se pongan en marcha con la mayor premura posible.
A medida que fue extendiendo su superficie habitada, siempre a impulsos del afán de lucro y la mayoría de las veces sin parar mientes en mayores detalles ni impedimentos naturales, Rosario vio crecer hasta límites inimaginables el padecimiento de las inundaciones. En los años 50 y 60 del siglo que acaba de finalizar ocurrieron los enormes y reiterados desastres que obligaron a un replanteo urbano general que demandó la construcción de los grandes emisarios, que comenzaron a aportar soluciones parciales.
Como se dijo, la represa retardadora del Ludueña fue otro importante avance en procura de la solución definitiva. Ese avance está incompleto, aun con las canalizaciones que acaban de iniciarse y que esta columna editorial aplaude sin retaceos. No concluir en forma integral y rápida todos los trabajos que faltan sería una imperdonable picardía.


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