Año CXXXIV
 Nº 49.018
Rosario,
domingo  04 de
febrero de 2001
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Orwell, el nombre del presente
A medio siglo de su muerte la obra del escritor inglés vuelve a cobrar popularidad a través de una adaptación de su novela "1984" a un reality show televisivo

Fernando Toloza

Paul Theroux aseguraba que no había mejor manera de destruir a un hombre que poner sus ideas de moda. El caso del escritor inglés George Orwell pasó por esa dura prueba hace décadas, en los años cincuenta, con el éxito de sus últimas novelas y ahora vuelve a la misma situación, en un tiempo que al parecer recobra su presencia en tres frentes: en el literario con la reedición de "Rebelión en la granja", en el cinematográfico con la adaptación de esa misma novela, y en un plano mucho más amplio con la preparación del programa de televisión "Gran Hermano". Este último toma de la novela de Orwell "1984" el nombre del siniestro dictador para convertirlo en el leit motiv de un reality show en el que participarán doce personas con el fin de ganarse una suma aún no definida, entre 100 mil y 200 mil dólares.
En "Gran Hermano", que se estima comenzará en el próximo otoño, un grupo de personas convivirán en una casa, sin tener noticias de afuera y bajo las consignas del Gran Hermano. Todo esto será filmado por cerca de 30 cámaras (se asegura que se verá y se oirá todo, un poco al modo de "El show de Truman") y se emitirá por Internet y por cable durante las 24 horas, en tanto que para la televisión abierta se hará un programa diario de media hora. El ganador del programa será aquel que logre permanecer más tiempo en la casa. Entre otras cosas deberá evitar que sus compañeros lo voten en contra y contar con la simpatía del espectador, que tendrá derecho de voto para expulsar de la casa al participante que no le guste.
A cincuenta años de su muerte, el legado de Orwell recibe una extraña vuelta de tuerca con la adaptación de las ideas de su novela "1984" al formato televisivo de un reality show. El Gran Hermano de la novela de Orwell es, en principio, un símbolo de la dictadura del Estado como la que llevaba adelante José Stalin en la Unión Soviética, pero también es una mirada crítica sobre la sociedad contemporánea. Orwell plantea que las instituciones creadas por el hombre pueden ser tan siniestras en Rusia como en una escuela primaria inglesa, o en el sistema colonial inglés, del que Orwell fue guardián en Birmania, donde ejerció como policía del Imperio Británico.
La novela de Orwell fue leída como ciencia ficción pero está llena del realismo de un mundo que Orwell trató de entender, desde el día en que ingresó en la policía británica hasta la época en que la dejó y se fue de vagabundo a París, para regresar luego a su patria y enrolarse años más tarde en la Guerra Civil Española del lado de la República, de donde escapó, tras ser herido en el frente, por las disputas internas del comunismo. Y siguió tratando de entender y explicar las razones de la opresión del hombre por el hombre en su trabajo para la BBC como productor de radio y los caminos que recorrió su búsqueda lo llevaron a crear dos obras mayores en el difícil arte de la ficción política, que en general produce frutos de corta vida, ilegibles a la década siguiente.

El admirador de Joyce
Orwell había nacido en 1903. Le llevó muchos años descubrir cuál era el fuerte de su talento. Después de probar suerte con la poesía, durante mucho tiempo anheló escribir una novela realista con las novedades narrativas del monólogo interior empleadas por James Joyce en el "Ulises". Orwell admiraba esa novela y trató de imitarla, echando a perder en algunos de sus libros sus dotes de narrador certero seducido por la música del monólogo interior.
Afortunadamente, junto a sus deseos de imitar a Joyce, Orwell llevó adelante algunos experimentos que lo pusieron en un camino propio. En función del realismo, Orwell se adentraba físicamente en el ambiente en el que iba a escribir. Para escribir "Sin blanca en París y Londres" vivió como vagabundo en las ciudades mencionadas. En la mayoría de los casos no se daba a conocer entre sus ocasionales compañeros como un escritor en busca de experiencia, sino que compartía desde los piojos y las chinches hasta los días sin comer y los cigarrillos y el alcohol que pudiese conseguir. Para escribir "El camino de Wigan Pier" vivió entre los mineros y bajó a las minas, con resultados nefastos para su salud.
Estas dos experiencias no le hicieron sentir que era un héroe del pueblo. Estaba con las causas de los explotados pero sabía que no era uno de ellos y asumió la escritura de sus obras desde ese sitio, como sostiene Michael Selden en "Orwell. Biografía autorizada". Había compartido los pesares y la forma de vida de esa gente pero él podía volver a una situación más burguesa cuando lo desease. El desafío de las obras era escribir manejando las dos voces: la del oprimido y la del testigo de esa opresión que la prueba como desde lejos, porque tiene el poder de ponerse a resguardo.
En "Sin blanca en París y Londres" y "El camino de Wigan Pier" Orwell descubrió cuál era su rumbo: hacer ficción política. Y en ese camino llegó a crear dos obras que son un símbolo de la posibilidades y de los límites de ese tipo de arte: "Rebelión en la granja" y "1984".

La sátira censurada
"Rebelión en la granja" fue escrito durante la Segunda Guerra Mundial pero no se publicó hasta que ésta terminó. La razón de esta demora fue la censura. El libro es una sátira sobre un grupo de animales que expulsan al dueño de su granja y toman el control con la idea de ser libres e iguales. Los cerdos toman la dirección del asunto y de a poco transforman el soñado paraíso de los animales en una sangrienta tiranía. Las referencias a la Unión Soviética y a Stalin eran obvias y el primer editor de Orwell rechazó la obra, y el segundo dejó que pasase convenientemente el tiempo hasta que terminase la guerra y la Unión Soviética ya no fuese aliada de Gran Bretaña. A pesar de ese tiempo transcurrido el libro fue un éxito enorme y cambió la carrera de Orwell, aunque al escritor sólo le quedaban unos pocos años de vida.
En esos pocos años Orwell escribió "1984". Es una novela sobre un régimen totalitario que engloba a todo el mundo y que está comandado por el Gran Hermano. Este personaje ordena la vida de la gente y controla todo a través de una feroz burocracia. A ese control sólo escapan el deseo sexual y el amor.
Winston Smith se enamora de Julia, pero según las leyes del Gran Hermano no pueden amarse. Desobedecen el mandato y viven en la clandestinidad su romance, poniendo en peligros sus vidas no sólo en cada encuentro sino con apenas pensar en el otro y dejar que su semblante exprese ese sentimiento ante una de las innumerables telepantallas que hay dispuestas en todo el territorio de la Franja Aérea Nº1, desde el retrete hasta una plaza pública.
"1984" es una historia de amor y un retrato real de lo que es el mundo. No es una novela de anticipación, como se ha venido sosteniendo. Es una novela en clave con un código de acceso apenas camuflado. Orwell no hablaba del futuro. Eso fue malentendido y ahora el malentendido se puede volver a producir con "Gran Hermano", que no es la visión de una sociedad del futuro sino que ya estamos en el mundo del Gran Hermano, sólo que éste es menos visible que el de Orwell y su poder está más intacto.
Cuál será, entonces, la realidad que se verá en "Gran Hermano". ¿La de la gente comiendo, defecando y tratando de hacer el amor?, ¿o un espejo de las instituciones y su poder sobre la vida de las personas, quienes en la ilusión de la libertad jugarán a vivir como esclavos?
Orwell no se planteó esa posibilidad. La libertad, para él, era un asunto demasiado serio como para regalarla por unos meses de notoriedad a través de la exhibición de la vida privada para todo aquel que tenga un televisor y quiera verla.



El "Gran Hermano" de Orwell es una realidad tecnológica.
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