"El agua del arroyo Saladillo está contaminada para beber, pero no así para fines recreativos o de navegación, salvo en algunos sectores más peligrosos", afirmó el director de Política Ambiental municipal, Jorge Gallo. El funcionario dejó trascender que los factores contaminantes son los basurales que están sobre la margen sur del curso de agua en jurisdicción de Villa Gobernador Gálvez y de Piñero, y que deben ser controlados por el gobierno de la provincia. De esta manera, salió a responder la acusación que hizo ayer el subsecretario de Medio Ambiente provincial, Lorenzo Domínguez, en La Capital, cuando denunció que la alta contaminación del Saladillo llega del relleno sanitario que tiene el municipio de Rosario, en la zona del barrio Puente Gallego. En torno a Domínguez, Gallo disparó que "es un disparate lo que dijo y no sé en qué se fundamenta para decir esto". Lo criticó por tener cierta animosidad con el municipio local "ya que siempre es noticia" cuando se refiere a la ciudad. Lo responsabilizó del control de los basurales que hay del otro lado del arroyo y sospechó de un posible apoyo del funcionario provincial a los vecinos del Camino Viejo a Soldini, cercano al Saladillo y al relleno sanitario, quienes tienen un litigio judicial con el Ejecutivo rosarino. Se trata de un nuevo capítulo de la disputa ecológica entre la Municipalidad y la provincia, que comenzó en diciembre pasado con los índices de contaminación del Paraná. Domínguez denunció que tanto el balneario La Florida como la rambla Catalunya no eran aptos para bañarse, ya que había un alto contenido de materia fecal en el agua. El municipio respondió con sus propios análisis que indicaban lo contrario. Y entre los funcionarios se desató un intercambio de acusaciones y chicanas acerca de quién se metía o no al río en las playas de Rosario. Gallo defendió el sistema de disposición final de residuos que utiliza el municipio, y negó que los rellenos contaminen el arroyo. "No se trata de un basural, el sistema está permanentemente monitoreado, y eso se puede verificar", explicó. Y añadió que los líquidos de los productos orgánicos en descomposición (lixiviación) "se recolectan a través de pendiente, cañerías y bombas, y se vuelven a reinfiltrar en sectores del propio relleno para lograr la humedad necesaria y continuar con la degradación de los materiales". Un grupo de vecinos de la zona llevó a la Justicia la cuestión. Ellos sostienen que los rellenos (el ya agotado Gallego I y el actual Gallego II) contaminan las napas y son el motivo de distintas enfermedades y la proliferación de roedores. "Los cuatro vecinos que están en juicio son parte interesada en el tema en cuanto a probar un daño contra ellos que se traduce en un valor de 400 mil pesos, y no sé si Domínguez los está apoyando", apuntó. El director municipal reconoció que el Saladillo está contaminado, pero no para fines recreativos. En algunos sectores, "los índices de contaminación son más aceptables y en otros más peligrosos", aclaró. Luego hizo hincapié en los basurales que están del otro lado del arroyo, que "han venido volcando materiales", como también desde otros sectores de más arriba" en la cuenca. Por su parte, el presidente de la comisión de Ecología del Concejo Municipal, Daniel Luna, tomó una posición intermedia sobre el asunto. Sostuvo que los rellenos sanitarios han provocado un alto impacto en el Saladillo, pero esto "no es una novedad, las aguas ya estaban contaminadas con los vertidos clandestinos que exceden a Rosario", indicó. El concejal dijo que los reclamos de los vecinos del lugar son "justos". Pero criticó a Domínguez por tener una "visión parcial" para con la ciudad.
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