Walter Krohne
Santiago. - El comandante en jefe del ejército chileno, teniente general Ricardo Izurieta, criticado por los pinochetistas que lo califican de "gallina", está dispuesto a asumir los costos por haber adoptado una posición "institucional" frente al procesamiento y arresto del ex dictador Augusto Pinochet. Izurieta fue el inmediato sucesor de Pinochet al frente del ejército chileno. Esta situación, calificada por sectores cercanos al ex dictador como de "abandono" de Pinochet, ha afectado duramente a algunos miembros de la familia y de sus más cercanos colaboradores, quienes aprecian también la misma tendencia de alejamiento en la derecha política y en el empresariado chileno. Radio Cooperativa de Santiago, citando a altas fuentes militares, informó que Izurieta "es consciente que la decisión de mirar hacia el futuro, intentando superar el pasado, tendrá costos para él". Agregó la emisora que las nuevas instrucciones del alto mando, aunque no gusten dentro del ejército, serán acatadas de todas maneras, descartándose de esta forma todo tipo de movimiento de tropas u acciones similares para defender a Pinochet. Paralelamente, el gobierno rechazó la idea de que exista en Chile un clima de animadversión y dificultades por el caso Pinochet, como declaró el comandante en jefe de la armada, almirante Jorge Arancibia. "Este escenario es el caldo de cultivo para el fomento de la animosidad que, en su versión extrema, se transforma en odio. Quien siembra vientos, cosecha tempestades", opinó Arancibia. Esta semana, medio centenar de partidarios de Pinochet, en su mayoría mujeres, realizaron una bulliciosa protesta frente al edificio de las Fuerzas Armadas, en la que criticaron a gritos al actual comandante en jefe del ejército y lanzaron maíz en las calles, en obvia referencia al apelativo "gallina" que le endilgan a Izurieta. A su vez, el presidente del Movimiento Vitalicio Augusto Pinochet, Marcelo Cabrera, declaró que el actual jefe castrense está dividiendo al ejército entre "pinochetistas e institucionalistas". Sin embargo, esta sensación de "abandono" no es sólo por la nueva posición de Izurieta, sino también por la actitud adoptada por la derecha política y el empresariado tras el procesamiento de Pinochet. Algunos familiares, como la hija menor del senador vitalicio, Jacqueline, y el alcalde de la comuna santiaguina de Providencia, Cristián Labbé, han subrayado que el mayor distanciamiento proviene de la derecha y del empresariado. Se refería na muchas personas que trabajaron para el régimen militar y que ahora permanecen en silencio, como es el caso del actual alcalde de Santiago y ex candidato presidencial, Joaquín Lavín. Lavín dijo a principios de esta semana que el juez Juan Guzmán Tapia ha tratado de hacer justicia en el caso Pinochet con un trabajo "serio y honesto". Jacqueline Pinochet declaró el miércoles pasado que "la derecha no ha sido consecuente, hay personas que se enriquecieron en el gobierno de mi padre y que ahora le dan la espalda". Frente al ejército, Jacqueline dijo en enero que el jefe castrense Ricardo Izurieta intentaba "quedar bien con Dios y con el diablo", a lo que Labbé acotó ahora: "El ejército chileno ha sido instrumentalizado y en su fuero más íntimo piensan que los ha engañado el presidente de la República" sobre el caso Pinochet.
| Izurieta sabe que el gesto tendrá un alto costo. | | Ampliar Foto | | |
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